Cardenal Rodríguez lamenta el sufrimiento por la corrupción

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Cardenal Óscar Andrés Rodríguez
Lamenta el sufrimiento por los delitos

TEGUCIGALPA. El Cardenal Óscar Andrés Rodríguez en la homilía este día lamentó “cómo nos ha hecho sufrir la corrupción en nuestro país, como hemos visto que la justicia llega tarde y aquellas personas que se han enriquecido con el tráfico de la droga, o sea, con el tráfico de la muerte, ahí quedan también en una prisión y todo aquello que habían acumulado ha sido confiscado”, expresó hoy el líder de la Iglesia Católica de Honduras.

De esa forma reprochó el sufrimiento que experimenta el pueblo hondureño a causa del flagelo de la corrupción, y todos los factores que le acompañan, del cual hoy Honduras está intentado salir aunque difícil es, además enfatizó en la lentitud de la injusticia lo cual provoca más impunidad en casos que merecen todo el peso de la ley.

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“De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si al final pierde su vida”, señalando además que las personas involucradas en acciones ilícitas se vuelven “insensibles y ciegos para ver el dolor y la humillación de tantos seres humanos desamparados, hambrientos y abocados a una muerte injusta”.  Señaló el Cardenal.

Rodríguez cuestionó también la indiferencia de las personas que cuentan con recursos económicos con los que menos tienen en el país.

“Se pueden amasar fortunas, se pueden acumular experiencias compensatorias, vivir aturdidos por el poder, por el éxito, por el placer sin reglas morales y fracasar; en la única empresa que es la más importante llegar a ser plenamente es uno mismo”, puntualizó el Arzobispo de Tegucigalpa.

El religioso aludió una parábola bíblica sobre el rico y el pobre en la que el Señor Jesús ha tenido una gran lucidez para señalar que uno de los mayores obstáculos que impide la fraternidad humana es el afán de tener que se apodera de todos nosotros y que genera la injusticia social, la corrupción económica, las situaciones de fraude, un sistema económico injusto en el cual vivimos.

Refirió que en la parábola, el rico no tiene nombre y no tener nombre en la cultura semita, significa no tener una identidad profunda, ha perdido el nombre porque ha construido su vida en el vacío, además, se viste de púrpura y de lino, el púrpura era un colorante muy caro que usaban los reyes y el lino era un tejido que utilizaban las personas que tenían más bienes.