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miércoles, abril 17, 2024

Caída mundial del azúcar sin beneficiar a Honduras: ¿se opone monopolio azucarero?

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HONDURAS. Como consecuencia de la COVID-19, el precio del azúcar sufre, desde febrero de 2020, drásticas reducciones a nivel internacional. La tendencia nos permitiría creer que llegarían sustanciales ahorros en el bolsillo de los hondureños, pero la historia es otra.

Los antecedentes de la industria en Honduras evidencian su «blindaje» ante las rebajas y más grave aún, exponen cómo rigen, bajo sus propias reglas, el monopolio azucarero desde hace más de una década, para seguir exprimiendo hasta el último centavo del cliente.

En Honduras hay seis empresas productoras de azúcar y una sola comercializadora, la Central de Ingenios S.A. (CISA), la encargada de fijar precios a su antojo.

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Mientras a nivel internacional los costos cayeron, registrando un récord histórico, los hondureños continuaron pagando lo mismo que desembolsan desde la última alza aplicada por CISA en junio de 2019.

En primera instancia, es importante conocer los factores exógenos que están provocando la baja internacional en el costo del endulzante. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) hay tres razones.

¿Por qué cayó el precio del azúcar?

El primer argumento es la disminución de la demanda del producto. Eso, dadas las medidas de confinamiento domiciliario aplicadas en la mayoría de territorios poblados del planeta.

Según el Grupo Czarnikow, la clausura temporal -y global- de restaurantes, estadios, cines, y otros recintos concurridos provocará una gran merma en las adquisiciones del endulzante.

«El consumo fuera de casa es normalmente más. Si vas al cine, probablemente tendrías un litro o más de refresco a la mano al ver la película; mientras que no creemos que la gente beba un litro entero mientras ve Netflix», ejemplificó el analista Ben Seed.

Además, ese sector ya había disminuido su crecimiento desde antes de que nos sorprendiera el coronavirus. En los últimos años, legisladores de varios países del mundo impulsan a su población a reducir el consumo de azúcar. Sudáfrica y Tailandia, por ejemplo, ponían altos impuestos a las bebidas azucaradas, para reducir la obesidad.

Pese a las restricciones, el ser humano se adapta y modifica los negocios. Las empresas en esos países respondieron con medidas como la venta de golosinas «light» y refrescos sin azúcar u otros aditivos dulces.

En cifras: la reducción de la demanda

Por ejemplo, una compañía que distribuye refrescos globalmente, comunicó que, durante las primeras tres semanas de abril, los volúmenes de sus ventas se deslizaron cerca de un 25 por ciento. Además, anticipó más pérdidas para el segundo trimestre del año.

La competencia de esa empresa también expresó la expectativa de reducción en ingresos a medida que avance la pandemia por el mundo. En otro tipo de comercios está el caso de un grupo de pasteleros alemanes; la mitad de los encuestados aseveró que todos los meses de éste año reportaron menos ganancias.

Los representantes de Czarnikow estiman que, de manera concreta, el consumo de azúcar se reducirá por un 1.2 por ciento en la temporada, lo que representa casi 170 millones de toneladas. Incluso la Organización Internacional del Azúcar (OIA) acotó que la crisis acabó con la mayor parte del crecimiento previsto para 2020.

Otro empresario se mostró temeroso de lo que se avecina. La ingesta del endulzante caería cada vez más ante los perjuicios económicos. «Lo que más temo es la caída del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Los desempleados no irán a restaurantes y bares. A medida que el PIB se estanca, también lo hará el consumo de azúcar», dijo.

Otros factores

Otro porqué de la caída de la demanda es la recesión económica a la que se sometieron muchas industrias. El daño al poder adquisitivo frenó las compras y consecuente venta de azúcar; la mayor parte de la demanda de ese componente llega desde las sedes productoras de alimentos y bebidas, cuyo flujo de capital ya no es el mismo.

Es importante tener en cuenta también que el desplome del crudo provocó que los ingenios azucareros utilicen más caña de azúcar que etanol.

Cronología de fluctuaciones; ¡alzas en Honduras!

Según las cifras provistas en la página web de la OIA, al inicio de 2020, la libra de azúcar se valoró en 13.24 centavos de dólar en el extranjero, es decir, nada más 3.30 lempiras.

Mientras que, según la Secretaría de Desarrollo Económico (SDE), en ese mismo momento, el precio más barato en Honduras era de nueve lempiras. Eso indica que, aquí, el producto se vendía casi tres veces más caro. Y eso que, para ese momento, la crisis de COVID-19 aún no se expandía por todo el globo terráqueo.

En febrero, el promedio del precio mundial subió levemente y se mantuvo en 14.78 centavos de dólar, o, 3.68 lempiras. La libra en Honduras seguía tal cual: un nueve cerrado se pagaba en los sitios con precios más módicos.

Llegó marzo y la COVID-19 ya hacía con las suyas a nivel internacional; incluso, se presentaron los primeros casos en nuestro país. El azúcar sucumbía, y, en ese mes, bajó hasta 10.56 centavos de dólar la libra. El promedio quedó en 11.84 centavos, lo que equivale a L2.95.

¿Y Honduras? Cuando el precio mundial cayó a finales de marzo, el país centroamericano cerró por un tiempo los mercados por la creciente detección de casos de coronavirus; además, el Gobierno comenzó a congelar precios para evitar especulaciones.

Sin importar la reducción marcada en el mundo, en Honduras la situación contrastó; el precio fue para arriba. Con disimulación ante las dolencias del pueblo, se permitió que, para los días que sí abrieron los mercados se vendiera a un máximo de L10 la unidad de azúcar. En pulperías y demás abarroterías el precio ascendía a 10.50 lempiras. Esa estructura se fijó para mantenerse vigente hasta el 18 de abril.

Y es justo en ese último par de semanas de abril que el componente endulzante se fue en «caída libre» en las valoraciones internacionales. El 27 de abril bajó, históricamente, a 9.42 centavos de dólar la libra. Pero, en Honduras se «ignoró» lo que acontecía en el mundo, y, hasta para el 19 de mayo, se estableció que pagar L10 prosiguiera.

En mayo, OIA registró un promedio de 10.44 centavos de dólar por libra; en junio, aumentó el valor a 11.10 monedas. Cruzando el Atlántico se mantenía la tendencia, el pueblo hondureño, otra vez, siguió pagando lo mismo durante todo ese rato.

¿Se respeta lo establecido?

Por si todo lo anterior fuera poco, también hay diferencias entre los datos provistos por el Gobierno y otras entidades. Según la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola (FHIA) ahora los catrachos gastan L12 en cada libra.

A eso debe sumarse el hecho de que algunos vendedores se han aprovechado de la situación imperante y venden a precios antojadizos.

En virtud de todo lo anterior, sea que usted pague 10, 12 o más lempiras por el azúcar para el café o algún postre, la realidad es que, desde décadas el precio del azúcar en Honduras nunca ha «saboreado» alguna rebaja, ya sea que suba o baje el precio internacional.

Esto es así porque la industria nacional del azúcar es un monopolio que funciona tipo cártel desde 2006, según una investigación iniciada pero nunca concluida de la Comisión para la Defensa y Promoción de la Competencia (CDPC).

En la inédita investigación de la CDPC, se estableció que seis de los siete ingenios que hay en el país, incurrieron en una actividad de oligopolio, como se le llamó en ese momento.

Es decir, lo azucareros fijaron «precios y tarifas» durante esos dos años y los subsiguientes, mientras la RESOLUCIÓN NÚMERO 023- de la CDPC del 2010-AÑO-V seguía engavetada en los tribunales de justicia.

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En consecuencia, la industria azucarera de Honduras creció y se fortaleció bajo un esquema proteccionista del Estado que lo convirtió en un todopoderoso monopolio. Como ocurre con estas condenables formas de comercio, la industria reguló para su beneficio los precios de los diminutos granos cristalinos que le vendía a los hondureños y nunca le importó que el precio internacional bajara o subiera.

¿Podíamos esperar un panorama distinto? Tal como lo divulgó con anterioridad el equipo investigativo de TIEMPO TV, el corazón de Centroamérica está sometido ante un monopolio en la producción de azúcar; ni las marcas extranjeras se asoman.


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