REDACCIÓN. Un bebé nacido recientemente en Ohio ha sido catalogado como el «bebé más viejo del mundo», no por su edad cronológica, sino por la sorprendente cantidad de tiempo que su embrión estuvo congelado antes del nacimiento. El pequeño se desarrolló a partir de un embrión que permaneció almacenado desde 1994, es decir, más de 30 años —exactamente 11,148 días— antes de implantarse en el útero de Lindsey Pierce.
Lindsey y su esposo, Tim Pierce, optaron por la llamada «adopción de embriones» después de años de intentar concebir sin éxito. La pareja recurrió a una organización cristiana llamada Snowflakes, división de Nightlight Christian Adoptions, que facilita el proceso de adopción de embriones congelados por otras parejas que ya no los utilizarán.
La historia comenzó con Linda Archerd, una mujer de 62 años que se sometió a un tratamiento de fertilización in vitro (FIV) en 1994 y almacenó cuatro embriones con la esperanza de tener más hijos. Sin embargo, tras el nacimiento de su hija y un posterior divorcio, decidió no continuar. Años después, la duda sobre qué hacer con los embriones la llevó a donarlos.

El traslado del embrión no fue fácil. Archerd tuvo que rastrear sus registros médicos originales en Oregon y coordinar el envío del material genético a una clínica en Tennessee. Rejoice Fertility, en Knoxville, una clínica que se rehúsa a desechar embriones congelados, fue la encargada de realizar el procedimiento.
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De los tres embriones donados, uno no sobrevivió al proceso de descongelación. Sin embargo, dos si lograron implantarse. Solo uno logró desarrollarse con éxito y convertirse en el bebé que ahora hace historia.
Según el doctor John David Gordon, quien estuvo a cargo del procedimiento, este es el embrión congelado durante más tiempo que ha resultado en un nacimiento con vida. Esto marca un récord médico y ético en el ámbito de la fertilidad.