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viernes, abril 19, 2024

Estas bacterias podrían ayudar a prevenir el COVID-19

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Más allá de la inmunidad que otorgan las vacunas, hay otras herramientas que podrían ayudar a contener la situación epidemiológica al actuar sobre otra parte importante de la estrategia sanitaria: la prevención.

En esa línea, investigadores del Centro de Referencia para Lactobacilos (CERELA) del CONICET, en Tucumán, trabajan en el desarrollo de un método basado en el uso de bacterias lácticas, para fortalecer la inmunidad innata del tracto respiratorio. El objetivo final es obtener un spray nasal que pueda utilizarse como estrategia de prevención, para mejorar las defensas del organismo frente a virus como el SARS-CoV-2.

“Hay microorganismos presentes en nuestras mucosas que tienen funciones beneficiosas. Si bien lo que más se ha estudiado es la microbiota intestinal para el desarrollo de probióticos y su aplicación en alimento. En el último tiempo se empezó a conocer más sobre la microbiota respiratoria. Como en el instituto tenemos experiencia en bacterias lácticas, decidimos ver si algunas de las que están presentes en el tracto respiratorio podrían ser utilizadas para mejorar la inmunidad de las personas”, le dijo a TSS el doctor en Bioquímica, Julio Villena, director del proyecto.

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Cepa bacteriana 

Antes de la pandemia, los ensayos de los investigadores estaban centrados en la acción de estas bacterias frente al virus sincicial respiratorio. Este virus es el causante de infecciones sobre todo en niños. En esos estudios, encontraron que una cepa de la bacteria Dolosigranulum pigrum lograba aumentar la resistencia de los ratones frente a ese virus. Básicamente, lo que estimulan estas bacterias es lo que se conoce como inmunidad innata.

“Esta inmunidad no es específica, sino que reacciona de modo similar ante un virus sincicial, de influenza o un coronavirus. La célula que está infectada trata de producir interferones para combatir el virus. A veces, esta respuesta es suficiente y ni llegamos a enterarnos de que habíamos sido atacados por el virus. En tanto, si esa respuesta falla, se pone en marcha la inmunidad adaptativa. Esta inmunidad es específica, se dirige a un virus determinado y es la que se logra cuando nos vacunamos”, dijo Villena.

Al mismo tiempo, los científicos se contactaron con un grupo de colegas de Irlanda, que estaba realizando estudios clínicos sobre los cambios que se producían en la microbiota respiratoria en pacientes con COVID asintomático, leve y grave.

“Lo que vieron es que los que tenían menos abundancia de Dolosigranulum pigrum en la cavidad respiratoria eran los que desencadenaban las formas más graves de COVID. Eso nos entusiasmó, porque sus estudios clínicos se complementaban muy bien con nuestros ensayos en el laboratorio”, explicó Villena.


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