Redacción. En un momento que ya es considerado histórico por su carga simbólica y política, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue forzado a retirarse anticipadamente del Congreso de la República, en medio de una estruendosa rechifla y gritos de indignación por parte de los legisladores.
El ambiente, cargado de tensión, estalló tras unas polémicas declaraciones del mandatario durante su discurso: “En Colombia ya no hay violencia” y “el país es un ejemplo de seguridad para el mundo”.
Estas afirmaciones, emitidas en un contexto de creciente malestar social y político, fueron recibidas con furia por las bancadas de oposición, que respondieron con unísonos gritos de “¡Fuera Petro!”, “¡Mentiroso!” y “¡No más mentiras, Colombia sangra!”.
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Descontento
Desde ese momento, el senador permaneció en cuidados intensivos, sometido a múltiples intervenciones quirúrgicas y un exigente proceso de neurorehabilitación. Aunque a mediados de julio se reportaron leves mejoras, una nueva hemorragia cerebral agravó su estado y finalmente condujo a su fallecimiento.
La muerte de Miguel Uribe ha sacudido profundamente a la sociedad colombiana. El senador colombiano no solo ejercía como senador, sino que también figuraba como uno de los favoritos para las elecciones presidenciales de 2026, lo que lo convertía en un importante contrapeso al gobierno actual.
La investigación sobre el asesinato de Uribe continúa abierta. Mientras tanto, el país se encuentra sumido en una nueva ola de incertidumbre, marcada por la muerte de una figura clave en la oposición.
