Redacción. Un grupo de periodistas del periódico estadounidense The New York Times investigó y documentó cómo los cárteles del narcotráfico se las ingenian para ingresar fentanilo al territorio norteamericano.
En los últimos días, el gobierno de EE. UU. indicó que se ha alcanzado un récord histórico de decomisos del potente opioide durante la administración Trump. Asimismo, el mandatario ordenó al Pentágono ataques contra los cárteles, denominados terroristas.
Pese a ello, los reporteros constataron cómo los narcotraficantes emplean técnicas para ocultar esta droga en lugares inimaginables y así llevarla para su consumo en EE.UU

En el reportaje cuentan cómo personas están a cargo de empaquetar el fentanilo, usando guantes y alertas ante cualquier movimiento. Luego rocían los bultos envueltos en papel de aluminio con un líquido que huele a cloro, compuesto que ayuda a ocultar la droga de los perros antidrogas.
Lea además: Gobierno de Trump registra récord histórico en decomisos de fentanilo en EEUU
Además del papel aluminio, envuelven cada paquete en papel carbón para evadir los métodos básicos de detección por rayos X en las terminales fronterizas.
Historia detrás de los empacadores
También The New York Times indicó en el reportaje que uno de los empacadores de fentanilo trabaja como mecánico durante el día, pero durante más de 20 años estuvo al servicio del cártel de Sinaloa por las noches. Además, se encargaba de empacar cocaína y metanfetamina.
La investigación revela que, aunque antes el cártel parecía inmune a sus rivales, hoy se ha visto obligado a adoptar un enfoque de supervivencia para seguir operando.
Trump lanzó su ofensiva, pero México también ha iniciado acciones agresivas, desplegando cientos de tropas militares con el objetivo de terminar con el cártel de Sinaloa.

Pese a la debilidad en la que se ha convertido el cártel, sigue adaptándose. Ahora, según el reportaje, los contrabandistas han optado por enviar cargas más pequeñas, con métodos más creativos y en tiempo real ante las amenazas, lo que evidencia lo difícil que es para los gobiernos acabar con las organizaciones criminales.
Asimismo, ante esta campaña, los miembros del cártel indicaron que no tienen intención de abandonar el negocio. Al parecer, no son conscientes del devastador impacto del fentanilo en Estados Unidos, un país con alta demanda.
Los escondites
The New York Times entrevistó a miembros del cártel bajo condición de anonimato. Además, los investigadores incluyeron documentos que muestran cómo ocultan los paquetes de fentanilo dentro de autos en Culiacán, Sinaloa.
En las entrevistas lograron reconstruir cómo, a través de un viaje a EE.UU., cinco empleados del cártel (el mecánico, un conductor, un cabecilla y dos traficantes de la base de Arizona) lograron pasar un cargamento.
Al mecánico lo contrataron para ocultar alrededor de 13 libras de fentanilo, con un valor de hasta 90 mil dólares. Pese a ello, contó que es una carga pequeña en comparación con las de años anteriores.

Para ocultar la droga, primero excavó un compartimiento detrás del panel de la puerta delantera izquierda del auto. Después soldó un tubo de acero entre la carcasa exterior y el marco interior, creando un espacio falso.
El periódico también documentó que los cárteles usan autos medianos como Hondas, Nissan o Toyota, argumentando que cuanto más común es el vehículo, más probable es que pase desapercibido.
A pesar de ello, nunca realizan la misma hazaña dos veces al año, ya que varían el proceso según el auto y la cantidad de droga. En ocasiones, la meten en el tanque de gasolina, debajo del capó junto al motor o incluso bajo el panel inferior.
Empacar la droga es sólo el comienzo del viaje que lleva el auto desde Sinaloa a través de la frontera hasta Estados Unidos. El trayecto requiere mucha coordinación por parte de los encargados.
¿Amenazado el cártel?
El cártel enfrenta amenazas, por lo que ha recurrido a reservas de efectivo, recortando nóminas, trasladando la producción de fentanilo fuera de su estado natal, enviándolo a Europa y forjando una alianza con otra organización que en su día fue su archienemiga.
Bajo estas condiciones, tanto la producción como el transporte de fentanilo se han vuelto más lentos, riesgosos y costosos, indicaron los entrevistados. También mencionaron que los sobornos son más caros, hay más retenes en México y los agentes fronterizos de EE.UU. han reforzado la vigilancia.
En los últimos meses, las incautaciones de cargamentos valorados en grandes sumas han aumentado, por lo que, para minimizar pérdidas, ahora envían cantidades menores.

No obstante, los operadores del cártel entrevistados por el periódico afirmaron que la demanda de fentanilo no disminuye. Así, los cárteles encuentran maneras de distribuirlo.
Los métodos descritos para el ingreso ilegal de fentanilo a Estados Unidos coinciden con los explicados por funcionarios de la policía estadounidense a The New York Times, así como con los informes de la DEA sobre los operativos contra el cártel.
Hombres de confianza
El cártel también ha enfrentado dificultades para encontrar hombres de confianza que trasladen estos cargamentos de droga a EE.UU. Esto se debe a que muchos han sido arrestados o asesinados en sangrientas luchas internas o en ofensivas de las autoridades.
Uno de los agentes de alto nivel tenía la función de reclutar estudiantes de química para ayudar a fabricar fentanilo, además de supervisar la producción, pero solía evitar operaciones prácticas y arriesgadas como esta.
Sin embargo, a pesar de su rango, las necesidades del cártel lo ponían entre la espada y la pared. Podía permanecer en la sombra o aprovechar la mínima oportunidad para impresionar a sus superiores.

Por eso aprovechó la oportunidad para demostrar su coraje y convertirse en un socio, no solo ganando dinero, sino también obteniendo un ascenso y la confianza de las altas esferas del cártel. Para ello, estaba dispuesto a arriesgar su vida y libertad.
Riesgos
Luego un día tomó su auto y se dirigió a Estados Unidos con un pequeño cargamento de fentanilo. Frente a él iba otro vehículo con vigías entrenados para analizar el terreno y detectar posibles amenazas, puntos de control, soldados y otros.
Lo siguieron a distancia, con las manos aferradas al volante y un fusil de asalto escondido bajo el asiento. El destino: Arizona. No habría vuelta atrás, ni si los detenían ni si alguien se asustaba. La represalia del cártel sería rápida. Pero el pago valió la pena, dijo.
El viaje de Culiacán a la frontera con Estados Unidos fue una operación meticulosamente planificada. Un solo conductor tomó un auto cargado con el opioide sintético, pero lo respaldaba una robusta maquinaria de poder.
Durante todo el viaje, el conductor recibió instrucciones de sus superiores, incluyendo una guía codificada sobre qué caminos tomar y cuáles evitar. Tenía que seguir la ruta indicada para no caer en peligros. También contaron los retenes y acordaron los sobornos a pagar.

El cruce de la frontera
Cuando se acercaba al destino, el conductor recibió una llamada ordenando que detuviera el auto. A unas 70 millas al sur de Tucson, frenó en lo que parecía una pausa rutinaria.
En ambos lados de la frontera, la red de vigías y coordinadores estaba en sintonía, verificando que cada parte de la operación marchara en orden. Entre ello, un agente estadounidense, a cambio de un soborno, autorizó dejar pasar el vehículo con la droga.
Pasaron unos minutos y el agente fronterizo informó que había problemas, por lo que detuvo el auto. De inmediato se corrió la voz dentro de la red y la operación se vio comprometida, activando un plan B.
Esto significaba que la droga se trasladaría a otro vehículo, precisamente en Sonora. Ese no era el único problema, pues la seguridad de Estados Unidos parecía estar reforzada y nada se podía mover, por lo que comenzaron a esperar.
Carga varada
A medida que las horas se convirtieron en días, la ansiedad se apoderó del conductor, quien pensó en regresar, movilizándose al sur, hacia Sinaloa. No obstante, eso implicaba arriesgarse a represalias del cártel.
Luego de tres días, finalmente llegó otra señal. La operación estaba en marcha de nuevo, tras un movimiento de una red del cártel sostenida por miembros y también funcionarios corruptos.
El conductor relató que el agente fronterizo de Estados Unidos iba a recibir decenas de miles de dólares solo por la advertencia, además del pago original que ya le habían prometido por dejar pasar el auto por el puerto de entrada de Mariposa, en el centro de Nogales.

Su acusación no fue verificada por una fuente independiente. Sin embargo, tanto el conductor como el mecánico afirmaron que la droga había cruzado la frontera, lo que demuestra el profundo alcance del cártel.
En una entrevista telefónica, una vez que regresó a México, el conductor dijo que entregó la carga en Tucson y que los operativos locales la llevarían a California. También destacó que no fue una travesía fácil.