Redacción. El colapso total del polideportivo multiusos en Olanchito, Yoro, tras una tormenta del 31 de julio, ha dejado al descubierto no solo fallas estructurales evidentes, sino también un patrón preocupante en la ejecución de obras públicas en el país.
La estructura, inaugurada en el 2023 con una inversión superior a los 5.5 millones de lempiras, no soportó la fuerza del viento y quedó reducida a escombros en cuestión de minutos.

Pero para el arquitecto y presidente de Coalición Patriótica de Honduras, Juan Carlos Rodríguez, el verdadero problema no fue el clima, sino la improvisación y falta de criterio técnico en el diseño y ejecución de la obra.
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“Una estructura pública, aunque enfrente una lluvia torrencial, debería tener un tiempo de vida útil acorde al monto invertido. Esta cancha la diseñaron mal de principio a fin: estaba en un espacio abierto, expuesta al viento, y no contaba con los refuerzos necesarios para resistir fuerzas horizontales como vientos huracanados”, explicó.

Error estructural
Según Rodríguez, el error estructural fue tan básico como grave: al estar en un sitio vulnerable y carecer de elementos como cruces diagonales o refuerzos laterales, el techo se desplomó hacia el lado donde el viento ejerció mayor presión, como “si lo hubieran soplado con fuerza desde un costado”.
La crítica va más allá del caso puntual. Rodríguez denunció que en muchos municipios las obras públicas son asignadas a contratistas sin preparación profesional, muchas veces por vínculos políticos.

“Se están usando fondos del pueblo para hacer obras sin normativa técnica, y eso genera un doble gasto: construir, verlas colapsar, y tener que reconstruirlas. Este modelo de inversión es insostenible y peligroso”.

Mientras las autoridades locales continúan con el recuento de daños en Olanchito, que también incluyen viviendas, cultivos y redes eléctricas afectadas, la caída del polideportivo se convierte en un símbolo de una inversión pública frágil y sin supervisión seria.