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miércoles, abril 24, 2024

Apareció en su propio funeral y sorprendió al marido, que había mandado a matarla

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Hace un año, un grupo de sicarios de Burundi (África) fue contratado por un hombre para que mataran a su esposa. Pero el asesinato no ocurrió como estaba planteado, y ella lo sorprendió en lo que era su propio funeral. Ahora, la mujer contó la experiencia y el increíble caso tuvo repercusión en el mundo entero.

Sucedió en febrero de 2015. Noela Rukundo vive en Melbourne, Australia, pero tuvo que regresar a su África natal porque había fallecido su madrastra. Estaba muy triste y estresada. Un día, al anochecer, mientras  descansaba en su hotel, sonó el teléfono. La llamaba desde su casa Balenga Kalala, su marido y padre de tres de sus ocho hijos.

«Dijo que había estado tratando de encontrarme todo el día», contó Noela. «Le respondí que me estaba yendo a la cama. ¿A la cama? ¿Por qué estás durmiendo tan temprano?», indagó él. «Me preguntó: ¿Cómo está el tiempo? ¿Hace mucho calor? Y me dijo que saliera a la calle a tomar aire fresco», continuó la mujer, que sin dudarlo siguió su consejo. «No imaginé nada. Solo creí que me estaba cuidando, que estaba preocupado por mí», comentó en la entrevista.

Cuando salió del hotel, se encontró en una situación peligrosa. «Abrí la puerta y vi a un hombre que venía hacia mí. Luego me puso una pistola encima y me dijo: ‘No grités. Si empezás a gritar, te disparo’. Entonces hice exactamente lo que él me dijo», relata la mujer. El hombre la llevó hasta un auto que estaba esperando. Ella se sentó entre dos sujetos, ambos armados. Le cubrieron la cara y el vehículo se puso en marcha.

Según el relato de la víctima, pasaron 30 o 40 minutos y luego el auto se detuvo. La metieron dentro de un lugar y la ataron a una silla. Entonces le preguntaron: «¿Qué le hiciste a este hombre? ¿Por qué nos pidió que te matemos?» Y ella lanzó: «¿Qué hombre?». Le respondieron: «¡Tu marido!» La mujer aseguró que su esposo no podía matarla y los acusó de mentirosos.

«Sos muy estúpida… Voy a llamar a quien nos pagó para matarte», le dijo el jefe de la banda. Agarró el teléfono y comentó a quien estaba del otro lado: «Ya la tenemos». Entonces puso el teléfono en altavoz para que ella escuchara la conversación. «Matala», soltó su marido. «Escuché su voz, era él. Sentí que mi cabeza iba a explotar», relató la mujer. Entonces, los delincuentes le describieron al hombre dónde iban a tirar el cuerpo. En ese momento, Noela se desmayó.

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