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jueves, abril 25, 2024

Angie Mcinvale Altamirano, 25 años sirviendo a la niñez hondureña

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CORTÉS, HONDURAS. Desde hace 25 años, Angie Mcinvale Altamirano comenzó su servicio en territorio nacional, se enamoró tanto del país que decidió volver desde Estados Unidos y poco a poco, logró construir Hogar Esperanza (Hope House).

Este es un complejo no solo que le brinda comida y educación a los niños, sino que también saca lo mejor de ellos y los hace sentir en familia, desarrollando actividades sobre todo dándoles el amor que muchos necesitan incansablemente.

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Todo este recorrido comenzó cuando Angie y su esposo Eduardo Altamirano obtuvieron una pequeña casa que albergaba apenas a dos niños, pero los sueños eran tan grandes que no todo se quedó ahí.

Cada día, Angie despertaba con la visión de tener un lugar más grande para tener más niños, un lugar que les brindara toda la comodidad sin problema.

La familia de Angie también la apoya en el hogar.
La familia de Angie también la apoya en el hogar.

Una mujer de metas se distingue a simple vista y esa es ella, que no se detuvo hasta que finalmente, como «caída del cielo», les llegó la oportunidad de obtener más terrenos para trasladar el hogar.

De estar ubicados en la colonia Santa Mónica de San Pedro Sula, el Hogar Esperanza trasladó su instalación al sector Santa Inés en Potrerillos.

Este sitio, no es simplemente un complejo donde los niños pueden estar y jugar, ahí los acogen, los hacen parte, tienen sus propios juguetes, conviven y además forjan hombres y mujeres de bien.

Angie aún mantiene sueños pendientes para los niños, que se irán construyendo peldaño a peldaño.
Angie aún mantiene sueños pendientes para los niños, que se irán construyendo peldaño a peldaño. 

Peldaño a peldaño

El sueño de Angie se cumplió, paso a paso logró tener un hogar para albergar más de 20 niños que ahora le agradecen todo el esfuerzo que ha hecho por ellos.

Kely, una de las jóvenes que recién cumplió sus 15 años, relató que lo que le impactó de Angie, desde la primera vez, fue la manera en que la trató.

«Se miraba súper valiente, lista para cuidarme, me gustó que me hacía reír, yo le decía muchacha porque no sabía su nombre», mencionó.

Otra de las jovencitas, con lágrimas en sus ojos, aseveró que Angie siempre estuvo para ella, apoyándola.

«Aunque yo venía llorando, ella me decía que todo iba a estar bien y ahorita que voy creciendo, solo puedo ver en ella que, me ha ayudado en los problemas que he tenido. Estoy muy agradecida con ella», añadió.

Danielito, uno de los pequeños del hogar, dijo que cuando observó a Angie notó en ella que era buena, humilde y que lo iba a amar mucho.

 

«Nos dijo que aquí íbamos a estar seguros, que no nos iba a faltar nada, que ella siempre iba a estar con nosotros, que nos iba a proteger y que nos iba a dar cariño. Quiero decirle que la quiero mucho, nunca voy a olvidar lo que hizo por mí y mis hermanos», aseveró otra de las niñas del hogar.

Una mujer ejemplar

Andy Mejía llegó en 2001, tenía 11 años, y ahora con 29, cuenta que él conoció a Angie por el año 2000, cuando ella realizaba brigadas y campañas infantiles. Tiempo después tuvo la oportunidad de llegar al hogar.

«He tenido bastantes experiencias, todas positivas con ella, porque es una mujer que encarna a Jesús en la tierra. Es increíble como ama a las personas, siempre ha sido misericordiosa, siempre nos ha apoyado», agregó Andy.

Los niños de la casa Hogar Esperanza en Potrerillos.
Los niños de la casa Hogar Esperanza en Potrerillos.

También destacó como una bendición el poder tenerla en su vida y recalcó que se siente privilegiado por tener esa confianza con ella y que ahora le permita servir con los niños.

«Nunca voy a poder llegarle a los talones, es una gran mujer, cada día nos sorprende. Hoy somos producto de sus horas de desvelo, de su cansancio, nadie puede dudar que usted todo lo hace con amor «, precisó.

Los niños se conforman con que les dediquen tiempo y les saquen una sonrisa, se entusiasman al ver visitas en el complejo y sobre todo siempre recalcan a todo el que llega el amor que les tiene Angie y como los ha cuidado.

El hogar está abierto para recibir voluntariados, visitas y donativos de cualquier tipo: alimentos, vestimenta, útiles escolares y material didáctico.


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