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viernes, marzo 29, 2024

Anarella Vélez: “Jamás me vi visitando a mi hijo privado de libertad”

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TEGUCIGALPA.-Entre sonrisas y algunas lágrimas Gloria Anarella Vélez Osejo nos contó sus mayores placeres, alegrías y tristezas.

Anarella Vélez es una reconocida catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), historiadora, ensayista y promotora cultural sin dejar de mencionar que es feminista.

Una mujer que desde niña estuvo rodeada del conocimiento, poesía y sobretodo de mucho amor.

Criada en un hogar de padres médicos, Gloria Anarella decide no seguir esta línea y se adentra en el estudio histórico.

Es hija de Gloria Osejo, doctora hondureña y su padre es Sergio Vélez, un médico mexicano.

De los buenos recuerdos de infancia, destaca la extraordinaria relación con su hermano gemelo y eterno compañero de travesuras.

Anarella Vélez, la exquisita docente que se pasea por la UNAH con sus libros y su mascota, un hermoso perro de compañía al que lleva a sus clases, se confesó con Tiempo Digital.

Hablamos con ella, sí, de su madre quien le inculcó el pensamiento feminista y su nana la visión rural de la cultura.

Pero también de su más reciente tragedia, la vinculación de su hijo Rigoberto Andrés al crimen de un abogado, el defensor de los imputados por unas adquisiciones hechas por el Ministerio de Salud.

A continuación la entrevista exclusiva que Tiempo Digital le hizo a la catedrática universitaria.

Me llamo Gloria por mi madre y Anarella porque cuando ella estaba embarazada estaba leyendo una novela La Historia de San Michele, escrita por un médico sueco; en esa novela había un personaje de tercera importancia que se llamaba Anarella.

Anarella desarrollaba su vida en una isla llamada Capri en Italia. Es un nombre de origen italiano, por eso me llamó así.

Sus padres

Soy hija de dos médicos, de Gloria Osejo Paz, médica hondureña la primera mujer en hacerse médica en le extranjero y la primera gineco obstetra de Honduras.

Ella estudió en México allí conoció a mi padre mexicano, también médico, Sergio Vélez.

Su niñez y adolescencia

Mi madre se vino a vivir a Honduras, mi padre se fue a vivir a México. Entonces yo iba mucho a México las vacaciones las pasaba en México con mi familia paterna. Eso me ha hecho que yo desarrolle un particular amor hacia ese país y su cultura.

Mi mamá de suerte tuvo un apoyo muy importante para la educación mía y de mi hermano. Se me olvido decir que soy gemela de un varón se llama Sergio Vélez, en la actualidad es médico con especialidad en pediatría y cirugía pediátrica.

Bueno mi mamá tuvo la suerte de encontrarse a una magnifica mujer que se llamaba Victoria Betancourt. Fue nuestra nana y nos cuidó hasta que tuvimos 55 años.

Entonces yo crecí con una madre médica que me infundió los valores científicos, éticos y el feminismo.

¿Y su hermano gemelo cuéntenos cómo fue su  relación con él?

Desde el principio fuimos cómplices, mi nana contaba que nosotros antes de aprender hablar normalmente entre nosotros nos comunicábamos. Cuando mi nana estaba cocinando, uno de nosotros la vigilaba y el otro hacía las picardías.

Mi nana cuenta cosas divertidísimas de esa relación que tuve con mi hermano desde  el principio hasta el día de hoy, tenemos una relación extraordinaria. De mucha solidaridad, y comunicación de calidad, cuando nos encontramos son encuentros memorables.

¿Entonces es cierto lo que se dice que los hermanos gemelos tienen una conexión especial?

Sí, aunque no tuve más hermanos que él, efectivamente nos hemos dado cuenta que cuando uno de los dos está triste, el otro también.

Cuando estamos muy felices igual, cuando tenemos un problema hay algo que nos llama y nos junta.

¿Cómo es su relación con el feminismo?

Mi mamá era feminista porque estudio medicina justamente en los años en que en México gobernaba Adolfo Ruíz Cortines.

Ruíz el último más importante presidente del PRI en los cuales se debatía el derecho al voto de las mujeres. Entonces ella estuvo  en medio de una lucha en una Universidad Nacional Autónoma de México sumamente revolucionaria.

Muy vinculada al proceso de la lucha por el derecho políticos de las mujeres y eso lo trajo consigo debajo del brazo y me lo trasmitió a mí.

Mi madre me enseñó el pensamiento científico y el pensamiento feminista mientras que mi nana me dio la visión rural de nuestra cultura, con ella aprendí mucho de lo que son los cuentos y leyendas de Honduras.

Pero también esa idea que las mujeres tenemos que aprender todo de la casa, entonces yo aprendí a costurar, a tejer, a bordar.

¿A qué edad aprendió los quehaceres del hogar?

A los 9 años ya sabía hacer un montón de cosas, sabía escribir a máquina y sabía manejar una máquina de coser, por ejemplo, porque eran las dos cosas opuestas.

Mi mamá que me enseñaba a escribir a máquina, que en ese momento las máquinas eran manuales y mi nana que me enseñaba a costurar.

Tuve una vida muy entretenida y de mucho aprendizaje  y como tuve esas madres, tuve una formación que se debatía entre lo moderno y lo medieval como suelo decir. Fue una educación entre polos, la ciencia, la religión, entre el hogar y el conocimiento.

¿Y cómo nace este amor por la poesía, por el arte y la cultura?

En ese mismo hogar yo tenía una  abuela, la madre de mi madre que era una apasionada de la poesía y que se lo transmitió a sus hijas.

Mi madre  como mi tía Soledad, la hermana de mi mamá, sabían poesía de memoria y andaba declamando poesía y cada  vez que había una oportunidad había una fiesta ellas declamaban. Yo recuerdo en mi casa eran muy fiesteras.

Mi mamá o mi tía Sole se tomaban el micrófono para declamar a Juan de Dios Pesa u otro gran poeta del romanticismo.

En mi casa había un ambiente de mucho respeto por el arte, por la poesía romántica y entonces allí nace mi interés por la poesía y mi gusto por el arte y la estética.

¿Siendo su madre médica, no quiso frenar ese deseo que tenía por el arte porque por lo general los padres desean que uno sea profesionalmente lo que ellos son?

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Anarella Vélez en la UNAH junto con sus adoradas mascotas.

Sí, ella quiso que fuera médica y que continuara esa tradición, pero yo me di cuenta baste temprano que no quería estudiar medicina.

Le dije “mira mamá yo quiero estudiar o filosofía o historia”, son mis pasiones y literatura no. La literatura era como un gusto un placer que estaba allí que había que alimentarlo, pero no era como que me interesara estudiar literatura.

Mi mamá sabiamente me dijo: antes que te mueras filosóficamente de hambre mejor muérete históricamente de hambre jajajaja.

Y entonces me apoyo para salir a estudiar Historia a la Argentina y de ese país me sacó el golpe de Estado de 1976.

Regresé a Honduras y aquí de suerte rápidamente fundaron la carrera de Historia y yo me integré a la carrera de Historia y aquí terminé mis estudios. Después estudie en España un posgrado de Historia.

¿Qué la inspira a escribir?

Yo me acuerdo que cuando era adolescente y escribía poesía  de esa amorosa de que ay lo amo, lo amo, lo amo.

Pero después cuando entre a la universidad ya me involucré mucho en estudios de carácter filosófico, político, histórico y la escritura literaria quedo a un lado por mucho tiempo.

Me dedique sobretodo estudios de la realidad, artículos para las revistas, de análisis y la literatura a un lado.

Pero con el golpe de Estado yo sentía que el discurso historiográfico era insuficiente,  que ahí no podía expresar lo que yo sentía, mis sentimientos.

Pues dije no, yo voy a escribir poesía si a mí siempre me gustó la poesía y ya estaba dentro de mí el interés por escribir poesía, entonces hice mi primer esfuerzo.

Y ese primer esfuerzo culminó en un libro que se llamó “Todas las Voces” y es un grito de disgusto contra los que habían destruido la débil, frágil democracia que teníamos.

¿Qué es lo que busca expresar en sus escritos?

Yo estoy escribiendo siempre dos tipos de cosas: una es el estudio y análisis de la realidad histórica y los otros mis escritos literarios que son poesía y cuento. En ambos trato de comunicar la verdad.

En mis estudios históricos la verdad histórica y en mis escritos literarios poéticos y narrativos trato de dejar la huella de lo que es mi visión del tiempo de cualquier época porque tengo cuentos que se desarrollan allá en el siglo 19, por ejemplo.

¿Actualmente en que escritos está trabajando?

Estoy escribiendo un cuento sobre María Josefa Lastiri Lozano, la esposa de Morazán, es un cuento que se desarrolla entre 1808 y 1829.

Y sobre el libro “Iluminadas” cuéntenos un poco…

Yo soy una feminista en resistencia y yo he vinculado mi feminismo con el trabajo histórico e Iluminadas es un homenaje a la vida de muchas mujeres.

De 53 mujeres para ser precisa que yo pienso que la historia las ha ocultado y creo que se merece tener un lugar en nuestra memoria.

Merecen que toda mujer sepa que ellas existieron porque nos han dejado enseñanzas importantes para considerar.

He tratado de ver su vida con otra óptica, con una óptica que es sensibilidad poética y la visión feminista de sus vidas.

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Berta Cáceres está incluida en este libro, háblenos de esa parte…

El último poema es una elegía a Berta Cáceres, pues porque Berta es asesinada por todo lo que ella simbolizaba.

Ella simbolizaba una cultura anti patriarcal, anti neoliberal, antirracista a favor de la recuperación de los bienes comunitarios del pueblo Lenca; la lucha por la naturaleza y además por su visión y posición feminista.

Entonces ella es una “personaja”, como digo yo, que debemos mantener viva en la memoria porque su vida, su trabajo y su obra son memorables. No podemos olvidarla.

A propósito, ¿qué opina de la justicia hondureña?

Realmente en las circunstancias actuales no hay justicia, tenemos que luchar para que haya justicia de nuevo.

El sistema judicial está completamente manipulado. En la Corte Suprema de Justicia sus miembros han sido elegidos de una manera muy cuestionada.

¡Cuando algo es muy cuestionado es que algo pasa!

El sistema judicial está muy vinculado al poder establecido hay un importante tráfico de influencias en el Poder Judicial tan espantoso que la gente duda de esa institución.

¿Qué le dicen a usted la frase “actual gobierno”?

¿Cuál gobierno?, para mí lo que tenemos es una dictadura. Aquí ha desaparecido la institucionalidad, yo creo que el presidente Juan Orlando maneja todos los poderes del Estado.

¿Y eso cómo se llama?, eso no se llama gobierno republicano, en un gobierno republicano democrático hay tres poderes y cada uno funciona con autonomía.

Sabemos que es un tema muy doloroso el caso de su  hijo. ¿Considera usted que su hijo tendrá un juicio expedito, justo?

Yo estoy confiando en que sí, pero a veces me cuesta creer que va a ocurrir eso.

Ojala que las personas que juzguen a Rigoberto dejen de lado una práctica que le hace mucho daño a la justicia en nuestro país que es el gremialismo.

Penosamente Rigoberto Andrés estuvo en una situación en la que un juez ha perdido la vida y muchos de esos compañeros están ejerciendo como jueces.

Yo le pido a Dios que juzguen a Rigoberto con imparcialidad.

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Rigoberto Andrés y su padre el poeta Rigoberto Paredes.

¿Cómo es la relación que tiene con su hijo después de este hecho?

Como siempre. De mucho amor, respeto, continuamos teniendo mucho intercambio intelectual, cultural, artístico.

Yo le sigo llevando a él libros para que él siga nutriéndose para que su formación no se descontinúe. Él es una persona muy joven.

¿Cómo está él?

Él sigue pitando, escribiendo, actualmente está aprendiendo Alemán, le llevamos un cursito para que aprenda Alemán.

Además, como él es políglota, está trabajando en la traducción de mi obra y en la de su padre al inglés. Está muy ocupado.

Sigue siendo una relación de madre a hijo y una relación en la que impera el amor y el respeto.

¿Cada cuánto usted lo visita?

Pues dos veces a la semana idealmente, y si no una vez a la semana como mínimo.

¿Cómo lo ve anímicamente?

Es una personalidad extraordinaria. Pasa muy ocupado, vive el momento, el día, como debe de ser.

¿Cuánto esta tragedia ha afectado su vida?

A mí me cambió la vida totalmente. Cuando esto pasó tenía planes de jubilarme, de dedicarme a mi escritura, a la editorial que nosotros tenemos y a mis actividades culturales.

Yo jamás me vi visitando a mi hijo privado de libertad. Jamás pensé que eso pudiera ocurrir.

¿Laboralmente también afecto su vida?

Sí. Mis amigas psiquiatras me han dicho que lo peor que podría hacer es dejar la universidad.

La universidad me obliga a salir cada día de casa y asumir unos compromisos. Todo el mundo piensa que si me quedó en casa puedo quedar mucho tiempo aislada y pensando en las tristezas que ha traído esto a mi vida.

¿Buscó la ayuda de especialista para sobrellevar este momento difícil?

Aunque soy y he sido una persona fortalecida por el amor, sabía que necesitaba que alguien profesional me ayudara para poder enfrentar un trauma como este tan grande.

Aunque no tenga las herramientas teóricas para entender que pasó. Yo sé que es lo que pasó, sé que este país y sus gobernantes y la desigualdad social nos tiene tremendamente desequilibrados.

Hay un sector de la sociedad que anda como lo que son, dueños de la economía de este país y se lo hacen sentir al resto de la población.

Sé que este clima de violencia de desigualdad, de inequidad genera ese ambiente… yo me puedo explicar eso.

Pero una cosa es que tú tengas las herramientas teóricas para explicarte las cosas y otra es enfrentarlo personalmente.

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¿Qué consejo daría a todas las madres que también pasan un trago amargo cómo el que está pasando con su hijo?

Que nunca les den la espalda a sus hijos, que se unan. Dicen que las buenas familias son buenísimas cuando hay mucha felicidad, pero son mejores en aquellos momentos en que hay problemas.

Cuando hay problemas es cuando realmente se ve si eres parte de una buena familia.

Sabemos que otra persona importante en su vida fue su esposo, Rigoberto Paredes. ¿Cómo lo recuerda?

Rigoberto es el gran amor de mi vida, yo lo ame desde que lo conocí. Era de una personalidad extraordinaria, de una inteligencia también fuera de lo común. Yo lo conocí aquí (Honduras).

Él por ejemplo fue un brillante estudiante en la Universidad Javeriana de Bogotá; pero cuando él estudió allá se graduó con honores, fue estudioso toda su vida. Un gran lector que siempre tenía algo que enseñarme y esa actitud de él, me hizo amarlo siempre.

Yo supe siempre que solo podía amar a alguien a quien yo respetara cada día y eso fue él para mí. Una persona a la que respete siempre cada día por lo que era capaz de enseñarme.

¿Él inspiraba su vida y sus poemas?

Muchos actos de mi vida. Los más hermosos están inspirados en él porque él era un poeta cien por ciento, 24 horas al día.

A él difícilmente lo encontraba haciendo algo antipoético, algo feo, inhumano o brutal. Era una persona que inclusive cuando estaba enojada y despotricada era interesante.

Anarella Vélez y su esposo y poeta Rigoberto Paredes.
Anarella Vélez y su esposo Rigoberto Paredes.

¿Él la motivaba a seguir adelante?

Siempre me apoyo, nunca me dijo no hagas esto, al contrario me estimulaba “vamos hacer esto juntos”. Siempre estuvimos de acuerdo en las cosas más importantes de nuestra vida.

En nuestra identificación por la cultura, nuestro amor por la ciudad de Tegucigalpa, por nuestro país, por la gente, nuestro amor por el arte. Las cosas esencialísimas nos unieron siempre.

Para terminar, siempre se dice que no hay apoyo para los artistas nacionales. ¿Qué mensaje le daría los jóvenes que crecen con el sueño de ser artistas?

Que no pierdan esa voz interior, que la escuchen siempre. Porque cuando uno tiene interés en el arte y tiene algo que le dice que pinte, que haga teatro; que haga poesía o que escriba un cuento que no la acallen.

Sino que todo lo contrario, que siga esa voz, que sean leales a sí mismo. Que le den al país una señal nueva de identidad. Porque eso es lo que somos los artistas y los creadores; somos la mejor señal de la identidad de este país.

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