Redacción. Hace siete años, la leyenda de la música mexicana, Vicente Fernández, impulsó a sus nietos a grabar una canción para el Día de la Madre.
Entre ellos estaba Álex Fernández, hijo del aclamado Alejandro Fernández, un joven sin formación vocal previa cuya voz en la ducha bastó para que su abuelo viera en él un potencial innegable.
«Yo le decía que no tenía conocimiento, que soy una persona introvertida, que le tenía pavor a los aviones…», recuerda Álex, de 31 años, sobre sus reticencias iniciales. Sin embargo, la insistencia de su abuelo y la confianza depositada en él lo llevaron a grabar su primer disco, Sigue la Dinastía.
Álex decidió «agarrar el toro por los cuernos» y enfrentar sus miedos. Superó el pánico escénico y el temor a volar, transformando su incomodidad inicial por los viajes y la vida fuera de casa en una sensación de comodidad y seguridad. «Salgo al escenario y lo disfruto. Y perdí el miedo a los aviones», confiesa a LOC.
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Tradición y búsqueda
Siendo hijo y nieto de íconos de la música, las comparaciones son inevitables y la presión, alta. «Hay más expectativas y es una gran responsabilidad, porque la gente espera algo de primer nivel», explica. La situación lo ha obligado a invertir considerablemente en producción para ofrecer espectáculos a la altura de esas expectativas, aunque reconoce que la curiosidad del público por la «tercera generación de los Fernández» también le abre puertas.
Las similitudes con su linaje son claras: la música mexicana y el mariachi. No obstante, Álex ha trabajado arduamente para forjar su propia identidad sonora. Aunque su primer disco fue tradicional, experimentó con géneros como el country y la banda. Ahora, con su productor Kiko Cibrian, ha encontrado su camino en el mariachi-pop y con su último sencillo, «¿Quién no ha llorado por amor?». Él mismo confiesa: «¡Claro que he llorado por amor, cómo no!».
Experiencia
Álex ha tenido el privilegio de compartir escenario con su padre y su abuelo simultáneamente en los Latin Grammy, un «momento muy especial». También acompañó a su padre durante dos años en giras por Estados Unidos y México, una experiencia que le dio «muchas tablas», enseñándole desde técnica vocal hasta dominio escénico. Su primer concierto en solitario, en Guadalajara ante 600 personas, fue un «momento de bendición» por la buena vibra de su tierra y su gente.
Casado desde 2021 con Alexia Hernández, Álex es padre de dos hijas, Mía y Nirvana. Tiene una excelente relación con sus cuatro hermanos por parte de padre, quienes también se dedican a la música. Abierto y conectado con su público, gestiona personalmente sus redes sociales, siguiendo el consejo de su abuelo sobre la importancia de la conexión con los fans.
En su tiempo libre se dedica a sus pasiones, entre ellas los videojuegos y una curiosa afición por el coleccionismo, que va desde cartas de Pokémon hasta relojes y figuras de Hot Toys.

«¡Me parece muy padre! La verdad es que siempre he estado muy orgulloso de mi papá y de mi abuelo, y el hecho de ver eso, que las mujeres se vuelven locas y todas las reacciones que genera, me da mucho orgullo», confesó.
Actualmente en Madrid, Álex se muestra encantado de pasear por la ciudad, atender a sus fans y disfrutar de la gastronomía e historia españolas. En diciembre, tiene previsto ofrecer varios conciertos en otras ciudades de España.