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domingo, abril 28, 2024

Acuerdo de París

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Con lágrimas en las pestañas, varios de los 200 representantes de la XX Conferencia de las Partes del Cambio Climático (COP21) se abrazaron emocionados al ser firmado el Acuerdo de París, de alcance universal en la lucha contra el cambio climático.

El presidente de la COP21, Laurent Fabius (ministro de Relaciones Exteriores de Francia) exclamó en medio de un nutrido aplauso: “Acabamos de hacer una cosa grande”.

La médula del Acuerdo de París es el reconocimiento de que no debe sobrepasarse el límite de 2° Celsius de Temperatura Media Global (TMG) y se debe aspirar, si se puede, a no superar 1,5° Celsius. De cumplirse esa meta, ello implicaría el cambio del modelo de desarrollo, basado en energía contaminante, a un planeta libre de combustibles fósiles.

Nicaragua fue la nota disonante en esa sinfonía de la COP21 en París, que, dicho sea de paso, fue escenario por dos semanas consecutivas de intensa actividad diplomática –y de fuertes presiones—para meter en cintura a los países más vulnerables, de suyo inconformes y desconfiados por el largo boicot de los grandes países industrializados al Protocolo de Kioto de 1967.

El representante de Nicaragua, Paul Oquist (secretario de Políticas Públicas de la Presidencia de la República), mantuvo intacta la posición de que los países industrializados históricamente responsables del cambio climático (CC) deben obligarse a indemnizar –directa e incondicionalmente—a aquellos países que han sufrido y sufren las consecuencias del CC, entre los que figuran los de América Central.

Como siempre ocurre en esta clase de acuerdos a nivel mundial, inevitablemente se impone la asimetría del poder internacional, y, por lo tanto, las evasivas solapadas pero inexorables. Al parecer, como expresan algunos entendidos, el Acuerdo de París convirtió al Protocolo de Kioto en agua de borrajas.

La cuestión es, de acuerdo con Oquist, que el cumplimiento de la limitación sobre la Temperatura Media Global (2°C a 1,5C) queda a voluntad de las partes firmantes. No son legalmente vinculantes “a la hora de tomar las medidas concretas que deberán ponerse en marcha” y cada país, casi moralmente, solamente debe “esforzarse” para cumplir los objetivos señalados.

Por otra parte, los índices INDCs (Intended Nationally Determined Constitution), de la ONU, suman, bajo ese régimen global, 55 gigatoneladas de CO2 (bióxido de carbono, causante del calentamiento global), lo cual significa para 2030 una elevación de 3°C, que para nuestros países se traduce en una elevación de 4° a 5° Celsius, vale decir “un resultado catastrófico”.

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