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jueves, marzo 28, 2024

A casi 50 años de la erróneamente llamada «guerra del fútbol» entre El Salvador y Honduras

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Entre el 14 y 18 de julio de 1969, Honduras y El Salvador se enfrentaron en una guerra que duró cien horas, a la que llamaron históricamente como «La guerra del fútbol».

El nombre anterior se dio porque la batalla inició en el marco de las eliminatorias que ambos países disputaban para ir al Mundial de México 1970, al que clasificaron los salvadoreños.

Sin embargo, antes se desarrollaron tres partidos: el 8 de junio, en el Estadio Nacional de Tegucigalpa, Honduras ganó 1-0 en el primero encuentro. El segundo, en el Estadio Flor Blanca, de San Salvador, donde el local triunfó 3-0. Y repitió su racha ganadora con un 3 a 2 el 27 de junio en el Estadio Azteca, de la Ciudad de México.

Pero el último juego se dio pocas horas después de que el entonces presidente de El Salvador, general Fidel Sánchez Hernández, anunció -el 26 de junio- que sus relaciones  diplomáticas con Honduras se habían roto.

Por ende, el mandatario hondureño en aquella época era el general Oswaldo López Arellano, y ejerció su poder militar. Esto, con dos golpes de Estado que le dio a los expresidentes José Ramón Villeda Morales (1963) y a Ramón Ernesto Cruz, en 1972.

La batalla mortal

Actualmente, en la zona fronteriza de la aldea El Zancudo, muchas familias dedicadas a la agricultura principalmente viven en paz. Niños de el Centro de Educación Básica Integración Centroamericana (CEBIC) se enfrentan en sus potras futbolísticas sin imaginar que hace 50 años ese fue el centro de una batalla mortal.

Son menores de Honduras y El Salvador que se han unido a pesar de que el 11 de septiembre de 1992 la Corte Internacional de Justicia emitió un fallo a favor de los catrachos.

Sin embargo, en 1969, entre 5,000 y 6,000 personas murieron de los dos países, en su mayoría civiles, arrojan fuentes históricas. Por lo que las naciones se distanciaron.

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Es importante aclarar que no fue la eliminatoria mundialista la que provocó este desastre. El analista hondureño, Víctor Meza, explicó a la agencia de noticias EFE, que «los orígenes de la guerra hay que buscarlos en la conflictividad política y social acumulada. En cada una de las partes beligerantes».

Además agregó que «en ambos países, sus respectivos gobiernos confrontaban situaciones de convulsión social que determinaban estados anormales de gobernabilidad o de ingobernabilidad».

Por lo tanto, la también llamada Guerra de las cien horas, «para unos más que para otros, fue una especie de vía de escape». Esto, «para desencadenar y liberarse de aquella tensión social acumulada que amenazaba con la estabilidad política de los gobiernos. En el trasfondo de toda esa conflictividad estaban los problemas agrarios de ambos países», enfatizó Meza.

La razón de la guerra

El contencioso se agudizó a finales del decenio de los 60 del siglo pasado, cuando como parte de una política agraria hondureña comenzaron a ser expulsados miles de salvadoreños. Eran campesinos la mayoría, lo que representó un nuevo problema social para su país, de unos 21.000 kilómetros cuadrados y una población que en 1969 superaba los tres millones de habitantes.

De la conflagración bélica de 1969, todavía hay heridas abiertas. Y en El Zancudo, su gente mayor apuesta por cerrarlas para siempre con las nuevas generaciones de hondureños y salvadoreños. Aunque ello pueda llevar otros 50 años, cuando ya no exista nadie que vivió en carne propia el conflicto como población civil, combatiente o prisionero de guerra.

Cabe destacar que el conflicto bélico concluyó el 18 de julio de 1969 con la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA). Este rompió con el Mercado Común Centroamericano (Mercomún) que los dos países, junto con Costa Rica, Guatemala y Nicaragua, que venían impulsando con buen suceso en el decenio de los 60 del siglo pasado.

Pero se vuelve a enfatizar, la guerra para la cual los salvadoreños atacaron en los puntos fronterizos de Ocotepeque (Occidente) y El Amatillo (Sur), no fue por fútbol.

«Me parece que ese es uno de los errores más grandes que cometió el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, que escribió que la guerra fue por el fútbol», recalcó Fernando el Azulejo Bulnes, defensa izquierdo hondureño que jugó los tres partidos de la eliminatoria mundialista entre Honduras y El Salvador.

«El Salvador agredió a Honduras por la reforma agraria, porque en Honduras vivían 300,000 salvadoreños que fueron expulsados. Aquí estaban cómodos nuestros hermanos salvadoreños», señaló Bulnes.

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