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viernes, abril 19, 2024

«Mi mayor tesoro»: vive en la calle por Eta e Iota, pero agradece conservar su familia

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HONDURAS. «Como estaba cerca del bordo, la creciente se la llevó. No quedó ni un traste», así describió una madre hondureña cómo se esfumó su casa tras el paso de los fenómenos tropicales Eta e Iota.

La casa de la mujer, a quien llamaremos Sofía, era de madera y se cayó por completo; cada material que edificaba aquel hogar se fue con la inundación y se adhirió a los sedimentos, quedándose todo entre el espeso lodo.

Solo un par de horas antes, ella salió con sus cuatro hijos y su esposo. Temían por su vida y no tenían un refugio, por lo que decidieron irse hacia el área del peaje en la zona de La Lima.

Cuando la lluvia de los ciclones cesó, ella volvió y observó cómo nada más había destrucción en la escena. «Me sentí bien mal, uno hasta derrama sus lágrimas al ver perdido lo poquito que tenía», dijo con notable pesar.

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Solo una cosa importa

Por ahora, ella está viviendo en una choza improvisada en plena mediana de un bulevar; construyó, junto a su núcleo, una nueva morada, que tiene como base varias láminas que quedaron pegadas al lodo allá, donde solían gozar de un ambiente hogareño.

Y, pues, ante tal panorama, está acongojada; empero, ella se muestra enfática en que solo hay una situación que le parece esencial, y es que está junto a toda su descendencia y todos están bien de salud.

«Lo importante es que tengo a todos mis hijos juntos, son mi mayor tesoro«, expresó la mujer con perceptible emoción.

Avizoran un nuevo inicio

Ya suman dos meses bajo las condiciones deplorables, pero Sofía apunta que buscan levantarse desde cero. Su esposo asegura que buscará trabajo, dado que tuvo que renunciar a su empleo anterior porque el jefe lo quería en labores cuando él no podía por los estragos de los fenómenos tropicales.

El padre prefirió quedarse y acompañar a su familia ante la adversidad; ahora, bajo relativa normalidad, está en búsqueda de una nueva oportunidad laboral. Su deseo inicial es conseguir un sustento económico para comprar madera y rehacer la casa.

Entre tanto, seguirán viviendo a la orilla de calle. Sofía narra que mucha gente ha llegado a apoyarles, dándoles alimentos, ropa y hasta zapatos para los niños. De forma más reciente, hasta recibieron colchones y agua, cuya escasez impera.

En algún momento, en medio de esos ciclones que marcan una página negra en la historia de Honduras, el agua les cubrió por completo, recuerda la protagonista; pero, ese trago ya pasó y solo piensan en resurgir unidos.


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