Reportaje: Club Rotario y Despacho de la Primera Dama ayudarían a doña Trinidad

En imagen, doña Trinidad junto a su hija mientras relata su historia de vida

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En imagen, doña Trinidad junto a su hija mientras relata su historia de vida

SAN PEDRO SULA. El reportaje que Diario TIEMPO Digital publicó días atrás de doña Trinidad Rodríguez y su hija con microcefalia, ha comenzado a tener sus frutos.

Se supo que ya algunos hondureños que radican en los Estados Unidos y otros ciudadanos que residen en nuestro país, se solidarizaron con doña Trinidad, al entregarle una considerable cantidad de dinero para poder comprar lo necesario en su hogar.

Asimismo, se supo que el personas del Club Rotario en San Pedro Sula se contactaron con ella, para hacerle entrega de víveres el próximo sábado y así poder mejorar las condiciones de vida de ambas. Además, fue contactada por el Despacho de la Primera Dama, quienes dijeron mostrar su interés de ayudarles; es decir, siendo parte del programa «Honduras para todos», que es para personas con discapacidad.

En tanto, aseveraron que se harían presente mañana viernes en el municipio de Choloma sector López Arellano, que es el lugar donde radica doña Trinidad junto a su amada hija.

Es importante mencarionar que la historia generó cientos de reacciones entre los ciudadanos, quienes clamaron fuese mirada por el gobierno hondureño para tenderle una mano amiga.

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SÉPALO

Transitando a más de 36 grados centígrados, bajo los imponentes 68 años de vida, doña Trinidad Rodríguez se desplaza por las principales calles de la ciudad para conseguir el almuerzo y la cena del día.

A ella, le acompaña es el mejor regalo que la vida le dio, su hija Karla Belén de 26 años de edad, quien padece desde los cuatro meses, de microcefalia y microsia cerebral.

Doña Trinidad tiene aparte de Karla, un varón de más de 40 años de edad, quien trabaja como electricista para ganarse unos cuantos lempiras y vive en un apartamento aledaño a la casa de su madre y hermana para estar pendiente de ellas.

Doña Trinidad nos comentó que su esposo al saber que tendría una hija especial, a los dos meses de nacida los abandonó, por lo que tiene muchos años de estar luchando por sobrevivir junto a su ángel. Igual, a ritmo lento, olvida las penas y sigue con su labor de tocar los corazones más sinceros de los transeúntes.

Doña Trinidad es alguien muy paciente con su hija enferma, paciente ante las situaciones arduas e ineludibles de la vida, paciente antes las incansables enseñanzas para ser de su hija alguien valeroso, obra que ha realizado sin tregua por mucho tiempo. Es alguien que ama a su hija de forma única, particular, perptua, transparente y desafía hasta sus propias capacidades para realizar actos verdaderamente increíbles para protegerla.

“Cuando estaba a punto de tener a mi hija, me dio rubiola y los médicos me dijeron que mi bebé nacería posiblemente con problemas delicados de salud; sin embargo, les dije que ni ellos ni yo éramos Dios, así que acepté tenerla.

IMPORTANTE:

Para ayudar a doña Trinidad y su hija pueden llamar al: 9906-7788 o mandar correo a jerson.trigueros@tiempo.hn

Doña Trinidad es de esas hermosas madres que descubren con más acierto los secretos de la vida que un sabio, siendo pobre económicamente, le satisface lo que ama y lucha por su tesoro para que no sufra en su corazón, la herida de la ingratitud de su padre.

“Nos levantamos muy tempranito, le doy pepe o cereal, ella se pone a jugar, mientras hago los quehaceres del hogar, posteriormente salimos a la calle a ablandar corazones.

En la mayoría de los casos, salimos desde las 8 de la mañana, hasta las 4 de la tarde, a veces con el dinero que nos dan, nos manejamos en taxi y compramos el almuerzo, así como provisión en el mercado para la cena y demás días.

ADEMÁS

Doña Trinidad expresó a Diario TIEMPO que los dos días que salen, recogen entre 500 y 600 lempiras; ya al mes reúnen alrededor de 1,200 lempiras, con lo cual también se compra pañales, leche y otras cosas para el hogar.

“A veces se siente difícil, pero tener un niño especial es una bendición de Dios, varios pastores evangélicos me han dicho que Dios lo escoge a uno y creo que para ella soy una madre especial, por fortuna, nunca nos ha faltado el bocado en la casa, ni tampoco mi hija ha padecido de otras enfermedades.

Doña Trinidad y su hija residen en la Colonia Edilberto Lozano del sector López Arellano, en una casa propia, pero la humilde hondureña dijo que ya casi se les cae, pues los materiales no están en buen estado.

Al final, doña Trinidad extendió un abrazo al equipo periodístico con el anhelo más profundo en su corazón de recibir una gran ayuda por parte de los hondureños.