SAN PEDRO SULA.- Un supuesto trastornado mental atacó brutalmente a un anciano en la aldea Peñitas, ubicada en El Merendón, al punto de cercenarle la cabeza a machetazos.
El fallecido de 63 años de edad se llamaba Adrián Mejía Orellana.
El señor Mejía había llegado recientemente a su domicilio en Peñitas, después de haber viajado a Santa Bárbara para asistir al entierro de una de sus hermanas, cuando le informó a su hija que iría a la pulpería después de cenar.
«No vaya, Papi, descanse», le dijo la hija. Pero el ahora occiso le hizo caso omiso al consejo de la hija y, según testigos, agarró camino hacia la pulpería donde acostumbraba jugar a las cartas con sus amigos.
«Mi papi estaba en la pulpería jugando naipes cuando salió para venirse a la casa», confirmó la hija llamada María Mejía.
Fue en el oscuro trayecto a casa que Manuel Flores lo interceptó. Vecinos de la zona testificaron que Manuel Flores había perdido la razón desde hace varios días y, según la hija, «ya habían llamado a la policía dos veces antes porque ya había atacado a otras personas».
Trastornado mental deambulaba desnudo y armado
Manuel Flores deambulaba desnudo por la Aldea, con un machete en una mano y un garrote en la otra.
Tras darse el peligroso encuentro a eso de las 9 de la noche, el señor Mejía Orellana intentó escapar por una finca, mientras gritaba pidiendo auxilio.
«A eso de las 9 de la noche escuchamos unos gritos horribles, pedían auxilio», relató su hija entre lágrimas.
Pero el trastornado mental alcanzó al señor Mejía y lo atacó a machetazos hasta que terminó por decapitarlo.
Luis Alonso Enamorado Castro, un vecino de la zona, relató que la escena fue macabra. «Lo decapitó, luego lo desnudó y se acostó a la par del cuerpo», declaró a Tiempo Digital.
Ante tal escena, varios vecinos dieron persecución al trastornado mental para evitar que ocurriera otra tragedia similar. Manuel Flores fue linchado, siendo herido de gravedad; pero una patrulla llegó a tiempo para detener que le quitaran la vida y se lo llevaron a un Centro Médico para que recibiera asistencia.
Las autoridades reportaron que se encuentra en situación estable.
Adrián Mejía Orellana laboraba como vigilante de seguridad. «Pedimos justicia porque era un hombre tranquilo que no se metía con nadie», dijo su hija María Mejía.
