Relato: A hondureña le mataron sus padres y esposo en 7 años

Todo pareciese que la tragedia persigue a esta hondureña, que perdió a tres seres queridos en siete años.

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esposa de abogado en Honduras
Andrea hablando sobre su tragedia en la vida.

REDACCIÓN. Les presentaremos a continuación el dramático relato de la esposa de un reconocido abogado, que fue asesinado en una colonia de la capital del país.

Por seguridad le vamos a llamar «Andrea» y entre tantas cosas comentó en exclusiva a Diario TIEMPO Digital cómo ha sido su vida en los últimos 7 años, donde murieron su padre, madre y esposo.

Andrea de 33 años de edad y con dos hijos actualmente, aún recuerda el momento cuando le mataron a su padre, quien era dueño de una panadería en el zonal Belén, parte de la capital del país, su familia siempre se dedicó al comercio y allá por 2009 su padre era recurrentemente víctima del mal llamado «impuesto de guerra».

«En aquel tiempo el impuesto cobrado por mareros no era tan sonado como ahora, ellos llegaban de vez en cuando al negocio y mi papá se cansó de pagar porque no lo veía justo», comenzó diciendo con voz entre-cortada Andrea.

Un día viernes, mes de junio en 2009, su papá de 56 años de edad salió como de costumbre rumbo al trabajo, la entrevistada recuerda que ese día sólo escuchó el motor del vehículo y no alcanzó a despedirse de su progenitor, pues llegó a la panadería a iniciar una larga jornada de trabajo, más no sabía que sujetos armados lo estaban esperando para cegarle la vida.
Dos individuos sólo esperaron que saliera un poco el sol para ejecutar su plan y cuyo objetivo estaba claro…matarlo; se hicieron pasar como clientes y el padre de Andrea estaba de espaldas en ese momento, los sujetos preguntaron por el dueño, se sacaron el arma y le infirieron dos disparos, los suficientes como para asesinarlo.

«Cuando él murió muchos pensaron qué iba a pasar conmigo porque éramos bien unidos, tenía 26 años, pero superar algo así era imposible, mirarlo allí tirado en el suelo es algo que no se me borra», aseveró Andrea con tristeza.

«Mi mamá nunca lo superó tampoco, ya que ellos tenían una bonita relación, viajaban juntos como jóvenes y en fin se llevaban bien, ya con la muerte de él empeoró de salud», añadió.
En la zona donde estaba el local había constantemente peleas de territorio, pero una banda de narcotraficantes denominados «Los Píos» pusieron orden en el lugar y ya no dejaban ingresar pandilleros, que por un buen tiempo se «deleitaron» secuestrando y matando panaderos.

Su hijo guarda esa tarjeta bajo su almohada porque dice que será el ingeniero aéreo que le prometió a su papá e inventará un avión que lo lleve más halla del tercer cielo sólo para ir a ver a sus papi .
Su hijo guarda esa tarjeta bajo su almohada
porque dice que será el ingeniero aéreo que le prometió a su papá e inventará un avión que lo lleve más halla del tercer cielo sólo para ir a ver a sus papi .

«Eran las 6 y 30 de la mañana cuando escuché a mi hermano que gritó diciendo que lo habían matado, me trasladé inmediatamente y ya estaba tapado, les dije que me dejaran acercármele porque no me había despedido, fue allí donde me pregunté ¿Dónde estaba Dios? ¿Por qué se lo llevó si no era una persona mala? Es triste sobretodo porque un día antes estuvimos conversando en la noche y le estaba dando besos, le dije que era el mejor papá del mundo y que cuando él muriera que también a mí me enterraran», adjuntó Andrea.

Su papá era muy querido en la zona, tanto así que la cantidad de personas que asistieron a su velorio y entierro fue inmensa, pues ya era el último adiós. Cuenta que tras lo sucedido su mamá y un hermano se quedaron a cargo del negocio ya que era muy rentable, pero sin duda no era igual a como lo administraba su padre, ya después fue básicamente una panadería fantasma porque se quitó el teléfono que había, el rótulo, no iban en el mismo carro al negocio entre otras cosas, se trabajaba de noche y de día parecía que estaba cerrada, todo por no caer nuevamente en manos de la violencia.

Posteriormente la salud de su mamá se empezó a deteriorar, una y otra cosas parecían que su reloj biológico se agotaba, lloraba sola, se encerraba con su preocupación y a tal grado que hasta le dio un síndrome llamada como «túnel de carpo» (comenzó a adelgazar de forma exagerada), ya a Andrea le tocaba que bañarla t cambiarla, pues no quedó más opción de que un tío se quedara al cargo del negocio y con el pasar de unos tres años, comenzaron a ver que en lugar de ir ganando, las pérdidas eran notables y no quedó otra opción que cerrarlo aunque psicológicamente estaban dañando a su madre, dicha clausura se dio en el mes de abril de 2013.

Estuvo un buen tiempo enferma, incluso fue víctima de las famosas «pastillas de harina» del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) donde fue tratada y nunca mejoró, por lo que la pasaron a un hospital cuyo dueño era un líder católico y allí les ayudaron en gran manera. Luego mejoró su situación de salud y definieron mandarla a los Estados Unidos para que se terminara de tratar, pues coo tenía familia en Comayagua, se quiso ir a despedir un día jueves y la acompañaron una prima que acababa de llegar de EE.UU y un primo que iba a ser el conductor.

En el transcurso del viaje se dio cuenta que su familia había sufrido un accidente de tránsito, donde el chófer salió ileso, su prima se quebró la clavícula y su mamá de 52 años fue la quien peor quedó, aunque fue trasladada de emergencia a un centro hospitalario de la región para salvarle la vida, fue imposible.

«Mi primo era un jovencito en carro nuevo, rebasó una curva en medio de un torrencial y se terminó estrellando con otro carro. Llegué al hospital con ilusiones, pero de nada valió, al mirar que los médicos le estaban dando choques eléctricos para revivirla sólo me dije ¡No me quites a mi mamá, si ya me quitaste a mi papá! al darme cuenta que expiró me lancé al piso a llorar porque mis padres no se metían con nadie, por qué morir de esa manera tan trágica ambos», mencionó Andrea.

«Después del suceso la familia se distanció un poco, nosotros lo culpábamos porque no tuvo precaución aún sabiendo que mi mamá estaba enferma y al final así lo determinó el peritaje, no recibimos disculpas de él hasta un año después (2014) y llegamos a la conclusión que nadie que matar a nadie, incluso estuvo yendo al psicólogo y todo eso porque su yo interior estaba dañado», destacó Andrea.

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Luego la joven perdió su empleo porque cayó en depresión ante la muertes de sus dos padres, su hijo sólo la tenía a ella y comenzó a descuidarlo, la estabilidad económica comenzó a decaer y hasta sus 30 años supo lo que era en verdad una crisis, «pensé que mis papás siempre iban a tener algo que darme, no valoraba las cosas, fue hasta allí que me di cuenta que había que pagar luz, agua, impuestos y todo lo demás para sostener un hogar, tocaron el portón de mi casa y yo pensé que era para darme el pésame o llevarme comida, los «amigos» de la alta sociedad que nos invitaban a eventos después del fallecimiento de mis padres sólo llegaron a decirme que iban a embargar las propiedad porque había deudas, los trabajadores reclamando sus derechos, cuando yo ni tenía para comer o darla algo bueno a mi hijo, pues mi expareja llegó al punto que me dijo que me lo iba a quitar si no reaccionaba», apuntó Andrea.

La primer pareja de Andrea era empleado de su padre y fue cuando eran unos adolescentes que se conocieron y se enamoraron, vivieron juntos un tiempo y procrearon a su primer hijo que ahora ya tiene 12 años, por situaciones adversas se separaron por ocho años, él siguió con alguien más y Andrea regresó a su casa esperando sacarlo definitivamente de su vida.

Conoció a un hombre con tendencia cristiana y pensó en ese momento que era la persona ideal para continuar, pues se casaron, con el pasar de los días se dio cuenta que quien se hacía llamar un «conocedor de las cosas de Dios» le falló al irse como si nada cuando supo que a Andrea le detectaron cáncer y fue tanta la decepción de la joven que de inmediato puso la demanda de divorcio, cosa que no tardó en salir ya que nunca consumaron tal matrimonio.

esposa de abogado en Honduras

«Recuerdo que antes de morir mi mamá, nos reunió a los dos y me dijo que dejara el capricho, que ambos nos amábamos y estábamos dañando a nuestro hijo, pues decidimos darnos una oportunidad más y se notó que estaba feliz, eso fue un poco antes de su muerte», continuó diciendo Andrea.

«Me practicaron una quimioterapia y no funcionó, no hubo más opción que operarme y quitarme parte de la matriz producto de las células cancerígenas, en ese 2014 regresé con el papá de mis hijos», puntualizó nuevamente.

EL DÍA QUE MATARON A SU ESPOSO

«Apenas tenía nuestro bebé unos días de nacido, él andaba como loco porque se vino antes de tiempo, se iba tarde de la casa al trabajo y regresaba temprano para consentirlo, el día de su muerte él se levantó muy temprano y bañó el bebé, me dijo que vendría temprano a casa porque ese día no había mucho que hacer, se le quedó viendo y le tomó una fotografía sonriendo, agregado a eso le dijo: «¡Mi amor, ya me voy a trabajar porque tengo que conseguir la tusa (dinero) para comprarte la leche y traer comidita para mamá».

Ese día nos dio un beso y le dije que tuviera cuidado porque casualmente estábamos mirando por la noticias sobre la muerte de otro abogado, a lo que él me contestó «¡ya no se puede trabajar, pero Dios está conmigo y sabe que no estoy haciendo nada malo!», esas fueron las últimas palabras que escuchó Andrea del profesional del Derecho que horas más tarde iba a morir por criminales en una colonia del distrito central de Honduras.

«Sabe algo, mi esposo ya tenía 7 mese de estar yendo a la iglesia y siempre leía un versículo en la mañana, por lo que ahora se que está en un mejor lugar», aseveró con quebranto Andrea.

Como toda una consciente esposa, le respetaba su tiempo en horas de trabajo y no le interrumpía; no obstante a eso de las 3 de la tarde recibió un mensaje diciendo «¡sos la mujer más hermosa, siempre estaré enamorado de vos, te amo!

Supuestamente iba a llegar a su hogar como a las 5 de la tarde, ya eran las 6:30 pm y nada que se reportaba, pues acudió a mandarle un mensaje, pero no le llegaban, eso levantaba aún más la sospecha de que algo pasaba, pues procedió a amamantar a su bebé y en ese momento por casualidades de la vida tenía encendido el televisor con un noticiero, de un momento a otro escuchó a su hijo mayor gritar «¡mataron a mi papá!», ligeramente corrió y reconoció el vehículo, sus vecinos llegaron a tratar de tranquilizarla y no la dejaron ir a la escena del crimen y lo miró hasta el día siguiente en horas de la madrugada, donde fue velado una noche donde su mamá y otra en el Colegio de Abogados de Honduras.

¿Sospecha por qué fue o quiénes lo hicieron?

«Siempre le dije que no quería saber cosas de su trabajo, entre menos supiera era mejor, no se quiénes lo hicieron ni tampoco el motivo, él era una abogando con cuatro años trabajando en eso y era penalista, lo que si se es que llevó casos emblemáticos», señaló.

«A mi esposo le costó graduarse, empezó vendiendo churros, galletas y hasta pan para llegar a ser abogado, su familia es de extrema pobreza, era un ejemplo a seguir para muchos y sus conocidos le decían «abogado del pueblo» por ser como era, siempre le dijeron que iba a llegar alto porque era muy inteligente y en verdad si nació para ser abogado. Pienso que a él le quisieron hacer un secuestro sin ser tan planeado, supe que iba a retirar dinero (aproximadamente 20, 000 lempiras por un caso) y al final no apareció; me dijeron que los asesinos le taparon el rostro con su misma camisa y luego le dieron un disparo», dijo Andrea a TIEMPO.

¿Cree que se hará justicia en este caso?

«Se quedará impune porque donde él murió había cámaras, pero estaban desactivadas, la Policía en mi país es ineficiente, más bien les tengo miedo, sólo pido a Dios que él se encargue y nos proteja».

¿Qué es ahora de su vida?

«Estoy sin empleo y les puedo decir que estamos sobreviviendo, nunca pensé que mis hijos iban a usar lo de otra persona, cuando era yo quien me encargaba de regalar, ahora paso en mi casa y cuando salgo es acompañada, tengo miedo porque a veces piensan que uno como esposa sabe algo, pero al menos en mi caso no. Tras la muerte de mi esposo pensé en salir del país, pero con un recién nacido es difícil, afortunadamente tengo el apoyo de mis hermanos y de Dios.

Necesito trabajar porque tengo muchos gastos y ahora Dios me ha dado una lección de vida, ahora si se lo que es depender de él, por ello, valoremos nuestras vidas, muchas veces nos quejamos por cosas insignificantes y hay personas que están peor que nosotros, yo al menos por ahora tengo comida, techo, amigos y familia, pido que cesen las muertes porque Honduras es un país bonito, no más viudas ni huérfanos», finalizó diciendo Andrea.