“No hay que mezclar política con deporte”. Es una frase habitual y recurrente. En mi opinión, desacertada. ¿Por qué? Porque todo es político. Y más en un deporte plenamente mercantilizado y mediatizado como ocurre en estos tiempos.
El problema viene cuando esa frase se pronuncia únicamente en contextos que le interesan a la persona que lo pronuncia. Normalmente suelen ser periodistas, deportistas o políticos. Ejemplos, hay miles. Pero, qué extrañamente, casualidad o no; suelen ir siempre en la misma dirección.
Quizá muchos de nosotros somos aficionados a un club de la Liga Nacional, ya sea unos de los favoritos más grandes y relevantes del país como: Olimpia, Motagua, Real España, Marathon, etc. También lo podemos ser simpatizantes de un partido político tales como: Nacional, Liberal, Alianza, PINU, etc.
Pero a veces la rivalidad que se vive en la cancha se lleva más allá, no solamente de abuchear al equipo contrario sino de llegar y comparar algo que no pertenece al lugar. Los problemas políticos no se llevan a una cancha de fútbol, no hay motivos. Ni siquiera uno para comparar algo tan bello como lo es el fútbol, un deporte de 90 minutos, más el tiempo agregado.
No se vale insultar
El exigirle a un equipo está permitido. El insultar al rival también lo es, es algo que llamamos ‘euforia’ es lo que sentimos al ver a nuestro equipo ganando o bien perdiendo. Pero utilizar este tipo de palabras para “ahuyentar” a diferentes personas y figuras de la política, no debería estar permitido. No por un tipo de respeto a ellos, sino por el respeto que se le debe dar a un deporte que es un “fenómeno social”. Esto pasa solo en nuestro país, sino en todo el mundo.
No hay que obviar que lo de “mezclar la política con el deporte” es un mensaje falaz. No se puede mezclar la política con el fútbol, ni con otro deporte, salvo cuando estas entidades políticas, rescatan con dinero público.
