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viernes, marzo 29, 2024

Opinión de Rodolfo Pastor: Salvador, Yo le apuesto a Salvador, la suerte echada

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Rodolfo Pastor Fasquelle. -Los otros son cuentos, aunque no les ha faltado dinero para poner rótulos descarados y hasta anuncios televisivos de los que tanto cansan. No voy a denigrar tampoco a sus contrincantes reales. Para bien o para mal, dentro de dos meses, a Honduras la va a gobernar uno de ellos con su equipo y su partido. Tengo amigos seguidores de los tres mentados, unos más listos que otros y cada uno padece el sesgo de su filiación, terrible cosa, que engaña y se engaña. Aunque también aquí la mayoría somos real-nasralistas…

Entre amigos. A Luis Zelaya no pude conocerlo, aun después de nueve meses de campaña y dos planes de gobierno. Sin duda, es un profesional bien intencionado y muy serio. Pero tengo claro que Luis representa a un Partido Liberal que es lo que quedó, ni modo, del que hace apenas diez años fuera el más grande partido político de Centroamérica, porque nos sumaba. Y nadie se ocupa mucho de él. Porque ninguna encuesta independiente le da una posibilidad real de alzarse con el triunfo, a pesar que ha tenido la cancha libre y lo hemos casi resguardado por inocente.

A JOH creo que casi todos lo conocemos suficientemente, a ratos pienso que demasiado bien. Le ganó la soberbia. Hernández igual representa a un alineamiento internacional y un partido histórico. Partido, cuya personalidad -ya centenaria- ha reconfirmado su gestión, abocándose a los mismos temas (control social y capital) con la misma mentalidad represora e iguales procederes dudosos. Hay quien gusta de esa tradición de mancha brava. Se ufana de ella e iza retratos de los dictadoresOtros mordiéndose los labios, van a votarle a Juan. Aferrado al poder, el va a hacer hasta lo imposible por ignorar un rechazo masivo y fingir demencia.

Los tradicionales ambos encarnan el régimen actual que ellos mismos forjaron o se adaptan a el, a lo que siempre se ha hecho, aunque sepamos bien que no funciona. Suponen que eso es lo único que puede ser. Por eso, no quieren llamar al plebiscito para la Constituyente. Temen al cambio y le tienen miedo al pueblo. Nacionalistas y liberales coinciden también en el ataque cruento y feroz contra Salvador Nasralla. Lo atacan las fieras domadas. Le arrebataron su partido y le han querido asaltar la honra. Este es el reino del pujido y la calumnia, no se salva la Virgen ni San José.

Quieren representarlo como un pelele y se han regodeado burlándose.  Aquí un retrasado mental pretende poner en duda su masculinidad y allá una vieja del mercado lo quiere vincular a la corrupción que Salva combate, desde su primer día en la política.

Y le buscan hacer mala fama igual  porque dice lo que siente y piensa. ¿Cuando tendría que ser igual de calculador que los otros? Y diz que porque es inestable, una acusación interesante, menos por lo que tiene de sustento, que por lo que dice de sus atacantes. Y es que desde la concepción solemne del poder, se quiere que el político sea casi un zombie alegre, pase sin sobresalto de alfa a omega con la misma sonrisa enmascarada. ¿Cual será la estabilidad que exigen? Estables, dicen los médicos son los signos vitales cuando oscilan dentro de amplios parámetros esperados y con ritmo según las circunstancias del paciente. Cuando la línea deviene perfectamente estable, plana, y paralela al eje de de la pantalla, empero, su paciente –Doctor- esta catatónico, si no esta muerto. Es el caso de varios rivales, por contraste con Salvador.

Imprudentemente, haciendo lo que acusa de hacer al otro, Mel declara que Nasralla tiene un estilo volátil, el cual compara al de Donaldo Trump, no sin tener un deje de razón y no sé si intencionalmente haciéndole más bien que daño. Para el caso ese fue el estilo de su presidencia. Dios los hace y JOH los junta.

Nasralla responde citándoles valientemente las verdades de todos conocidas y pertinentes. Y sobrevive, porque la gente lee –correctamente- al personaje, intuye su indignación genuina, comparte su enojo y se identifica con el planteo.

Nada tiene de perfecto. Yo mismo le reclamo de repente alguna pifia, le he advertido que no se precipite, que no se anticipe a los hechos, que espere, que no caiga en la generalidad. El ha sabido acomodar esas advertencias con sabiduría. Y yo he descubierto que puede pecar de ingenuo, pero no de cínico, que es lo que odio en Juan y en Julieta y tantos otros. Sin ser infalible…pues, ni perfecto,

A mi Nasralla me parece el mejor prospecto, precisamente porque no es prisionero de un pensamiento normativo y formulario. Porque en vez de conceptista es realista. Piensa más rápido, fuera del guacal, y sin miedo. No se siente atrapado a la forma en que se han hecho siempre las cosas, que es lo que sus críticos llaman desconocimiento del funcionamiento del estado.

¡Que no le entiende al trámite! ¡Bendito sea! Puedo hacerme la ilusión de que va a tratar de mover a esa burocracia estéril o corrupta. Y eso también es lo que atrae a la gente que puede no acertar todo el enredo del problema, pero entiende que este sistema no tiene solución de continuidad. El secreto esta en la juventud inteligente y en el votante consciente que tanto lo favorece. La que le va a dar el triunfo -al final- a Salvador es la gente de clase media urbana, los empleados en las tiendas que me llaman a sus conversaciones y me cuentan. Los mecánicos y chóferes. Pero también los profesionales más serios, los ingenieros y los médicos y los maestros que -especialmente- entienden lo que ha sido este régimen y tienen claro que Nasralla es su única opción, su salida.

Los jóvenes se identifican con Salvador. Que es alegre y vivaz como ellos. Ven a Juan con horror como el corrupto que les hipotecó su futuro, en Luis ven al Profesor, que se sabe de memoria toda la lección, pero no que sabría como cambiar nada.

Salvador les representa una esperanza, un fenómeno político nuevo, una alianza de varios partidos, de joven a recién nacido, y de varios liderazgos en un pacto cívico.

Una alianza que ha buscado ampliarse y explayarse para vencer, reconciliar distintas visiones ideológicas y estilos políticos diversos y que –aunque se decía que se iba a desbaratar– ha conseguido llegar hasta la línea final. Sienten que su triunfo puede ser un comienzo, una apertura.

Por eso igual yo -siendo viejo- le apuesto a Salvador. ¡Es el mejor! Es el que puede. Voten todos y  todas por él. Y pongan sus apuestas en la mesa. ¡Fuera manos! ¡Ruedan la ruleta y la canica!.

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