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lunes, marzo 18, 2024

Opinión de Rodolfo Pastor: Memo sobre corrupción para la Maccih, con reseña de Chayes

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Rodolfo Pastor Fasquelle, historiador y escritor.

Por Rodolfo Pastor Fasquelle.- Hay otros sentidos del término. Aquí, entendemos corrupción como el abuso del poder público para beneficio privado, que tiene mil caras y más practicantes quizás que las religiones universales. Hay muchos equívocos al respecto.

Históricos por ejemplo, que pretenden perversamente que siempre fue Honduras corrupta. (Más bien ha sido siempre un país pobre, en que mucha gente tuvo que resolver problemas con lo que tenía a mano, antes incluso que existieran leyes que hoy prohíben usos, procedimientos, explotaciones, ni hubiera autoridad encargada).

Hubo gobernadores que –más allá del ejercicio del poder patrimonial colonial– abusaron. En el siglo XIX había poco que robar, pero antes y después de la Reforma, hubo apropiación masiva de bienes nacionales. Y aun de dineros públicos, aunque no están demostradas muchas acusaciones ligeras.

En el primer cuarto del siglo XX los empresarios estadounidenses del banano dieron a políticos venales particularmente Zemurray a Manuel Bonilla y a sus secuaces apoyos económicos y militares a cambio de concesiones de tierras, aguas muelles.

Bajo Carias, hubo mucha corrupción de sus parientes, funcionarios y amigos, porque el continuismo impulsa la formación de clicas impunes, aunque no fue corrupto Carias. En tiempos contemporáneos, la gran corrupción empieza con los jefes militares apoyados por Johnson, Nixon y Ford de 1964 a 1978, era terrible.

Y al amparo de la guerra secreta de Ronald Reagan, el Irán contra sembró corrupción con impunidad en los ochentas hasta que, en 1994, emprendimos La Revolución Moral con C. R. Reina.

Aun así la tendencia ha sido al agravamiento de la corrupción que se reproduce impune. Al mismo Presidente Reina se acusó de impropiedad en el pago de compensación a un sindicato y de tolerar corrupción en las obras para los Juegos Centroamericanos en 1997.

Desde los 90s, hemos pasado por gobiernos a los que la política del Consenso de Washington impulsó a privatizar y que, con ese pretexto, se corrompieron en una nueva escala, como el de Rafael Callejas, o el de Ricardo Maduro.

Y el gobierno de Flores Facusse, a quien se ha acusado de complacer las exigencias de privatización del FMI y favorecer a sus parientes vendiéndoles en concesión los aeropuertos y de corromper a periodistas mediante contratos de publicidad. A Mel le reclaman pagos de publicidad y que comprarse un caballo fino aquí, una finca allá. Hoy propagan la especie de que se esta construyendo un hotel en La Dominicana.

Pero ni la suma de lo mencionado -falso y verdadero- se aproxima a la corrupción monstruosa que ha aflorado en los gobiernos sucedáneos del golpe de 2009, protegidos por EUA. Incluido este de J. O. Hernández quien, según S. Chayes, ha creado un ambiente legislativo favorable a la corrupción.

Sin esconder esas dinámicas externas ni profundizar en ellas o en su historia, la colega Sara Chayes ha publicado un ensayo periodístico que viene investigando desde el 2012 titulado, Cuando la Corrupción deviene el Sistema Operativo, el caso de Honduras. (Lo publica integro el Carnegie Edowment for International Peace y en Insight Crime hay una síntesis.).

Describe ahí las redes de mutuo beneficio y protección que los políticos y los empresarios han tejido entre ellos y que desde los ochentas constituyen un sistema cuyo funcionamiento genera corrupción. Con más detalle muestra como ese sistema ha evolucionado en los últimos años, mediante leyes que legitiman las alianzas público privadas, nacidas del slogan de Honduras, Open for Business y que hoy desembocan en el Plan 2020. Mientras paralelamente se desmontan e inhabilita a las instituciones que deberían garantizar el interés general y proteger a desvalidos.

Chayes, asimismo, muestra con más profundidad que nadie en el exterior, la manera en que el golpe de estado de 2009 usó a los militares (que además de autónomos estaban exentos de labores de represión) a los que ahora se quería convertir en policías permanentes así como a la policía civil que ahora se pretende limpiar, pero que antes se había enlodado en el ilícito internacional, dice el I.D.H. (C.R.) del que todos quedaban reos.

Muestra la autora como ese sistema además se apoya en otras leyes supuestamente contra el terrorismo, que justifican la concentración de poder en el Consejo Nacional de Defensa que el presidente controla en forma personal, la subordinación de la judicatura, la escucha telefónica y cibernética y la ampliación de secreto oficial.

Sobretodo muestra como las alianzas publico privadas (que amparan a una casi veintena de proyectos con unos $3500 millones de dólares de capital administrados por una banca feliz) se usan para construir obras de infraestructura con grandes empresas extranjeras valiéndose de los recursos públicos y los patrimoniales, que son recursos de la gente local, sus tierras y ríos.

Tiene razón Chayes, mujer valiente e inteligente, cuando ilustra el sistema de corrupción y nos coloca en la categoría de kleptocracia. Y muestra que hay que combatir el sistema en vez de engolosinarnos con la retórica puritana y farisea.

Aunque cae en la trampa de acomodar los hechos al teorema y comete inevitablemente errores fácticos. Se resbala en la comparación y supone cosas que no sabe. Para muestra un botón. Asegura que exenta de supervisión Empacadora Continental surgió de la utilidad de las reses que compraba a los Cachiros, (p 70) los cuales vendían a siete empacadoras de carne en el país y nadie podía saber que eran narcos cuando el grupo adquirió la Empacadora en 1985. Y no es cierto, porque esa era una empresa formal que exportaba y tenía su contabilidad auditada.

Pero mas importante para profundizar en su análisis de Sara es recordar que casi todas (hay excepciones) las demandas que animan a las redes corruptas vienen de afuera. La demanda de metales y minerales preciosos, la demanda de tierras para la agricultura mercantil tropical, la exigencia del alineamiento ideológico estratégico, la demanda de abrir y privatizar los servicios públicos para negocio de las transnacionales, la demanda de narcóticos proscritos, incluso la demanda de mano de obra barata… todas vienen de afuera y si quitas esas externalidad, el sistema operativo de la corrupción que Chayes nos imputa resulta inimaginable.

Ese mundo supuestamente limpio -hoy de Trump- con que nos compara es la fuente del problema. La dependencia genera el subdesarrollo y la miseria que aquí empuja la gente a cualquier cosa para sobrevivir, a meterse a la mara o a migrar. O ambas. Su libro sin embargo de Sara puede proporcionar a la Maccih un modelo para reconstruir las redes y una lista de manifestaciones de corrupción que evidencian el sistema desde 2009. Diez.

Para la Cuarta Urna se entregaron a los militares -antes que se alzaran- varios millones de lempiras de que nadie ha dado razón y para financiar el golpe, se acopiaron fondos privados mas tarde compensados, con que se les sobornó y se pagó el lobby de Lanny Davis. El golpe fue comprado. ¿Quién tiene la factura?.
Inmediatamente después del golpe se procedió a otorgar a los solicitantes que no habían podido conseguirlas por la política anterior, concesiones nuevas para actividades extractivas que no reunían los requisitos legales. ¿Quién lo ordenó?.
Del 2009 en adelante el círculo intimo y superior del gobierno se relacionó con los jefes de los carteles que financiaron sus campañas en el 2009 y en el 2013. ¿Cómo es que los Rosenthal son los culpables ahora?.
La alcaldía del Distrito Central en Tegucigalpa contrató el Trans 450 que no iba a transportar más que dinero de las arcas públicas y préstamos del BID a las constructoras. ¿Dónde está Ud. Señor Fiscal? ¿Y Ud. Abogado Jiménez Mayor?.
El Congreso Nacional sucedáneo del golpe aprobó contratos lesivos al interés publico para la compra de equipos médicos sobre valorados a General Electric interpósita empresa local por mas de mil millones de lempiras. ¿Nadie se fijó?.
Se hicieron micos y pericos con el asistencialismo en la Administración Lobo y sucedánea y hoy JOH le advierte a la mancha brava que si no gana se acabó.
En la locura del IHSS se hicieron transferencias ilegales, ¡se hicieron pagos a proveedores imaginarios! ¡se compraron medicamentos adulterados criminalmente! y ¡se giraron fondos a las campañas del Partido Nacional!.
Luego por sus posturas dignas, se destituyó a magistrados reemplazándolos ilegalmente y se usó el Consejo de la Judicatura para manipular a los jueces, y se eligió ilegalmente a fiscales y a la Corte Suprema de Justicia, TSE y el TSC.
Y para esas elecciones parlamentarias ilegales se compraron consciencias y votos a diputados de los partidos de oposición, corrompiéndolos. ¿Qué pasó?.
La corrupción extorsión y sicariato de la policía civil quedó manifiesta en los asesinatos de A. Landaverde y del Gral. González igual que de los estudiantes.
La corrupción de la policía militar quedó evidenciada con el arresto de oficiales y compinches en el asesinato de Berta Cáceres, si otros muchos restan impunes.
Fui primero en decir que había que darle una oportunidad a la Misión de la OEA y me consta que se ha conspirado para sabotearla. Quizás no haga falta. Se ocupa visión y valentía. Hoy el vocero de la Maccih el Licenciado Jiménez Mayor declara haciéndole eco a la fiscalía que va a investigar como caso emblemático de corrupción el famoso carretillazo en que se acusa al Ministro E. Flores Lanza de haberse robado 40 millones de lempiras que se sacaron del Banco Central para financiar la actividad de la Cuarta Urna aun si el acusado demuestra que repartió el dinero contra recibo a los encargados.

Ahí no hay nada. El carretillazo no fue una fechoría, es un artificio del golpismo para fines político electorales. Le voy a explicar, como si le faltara a Ud. experiencia en la materia. Lo que se quiere hacer con esta acusación es invertir el orden de los factores, que si cuenta y la legitimidad de los roles.

La encuesta de La Cuarta Urna fue un proyecto gubernamental, de Estado, amparado en la Ley de Participación Ciudadana, aprobado en Consejo de Ministros. Esa consulta a realizarse el 28 de Junio requería de financiamiento que tenia que hacerse en el acto, en el sitio y en efectivo. (Pagar transporte para materiales y encargados, comida y agua para los participantes, carros de sonido para informar a la gente).

Ese dinero tenía un fin legal y se repartió entre los ministros y ellos, en gran parte, lo repartieron entre los colaboradores locales. Puede ser que alguno de los ministros que sabían del golpe (porque eran parte de él) se quedaran con el dinero indebidamente.

Pero no se lo robó Lanza y repartirlo entre la gente que tenia que sufragar los gastos de la actividad no era un delito, ni hay responsabilidad en quienes, teniendo ese dinero en la mano, tuvieron que huir de la persecución de policías y militares en la calle. (La corrupción que Ud. debe investigar Sr. Mayor fue el golpe). Aunque se haya destruido mucha documentación, hay una historia. Y Ud. no se convertir en socio encubridor casi exclusivo del golpista corrupto. Porque se va a saber.

Y por favor señor, aunque no estoy en su lista de imputados por ese concepto, ojala se interese en investigar los L. 312 millones de lempiras que con documentos truculentos del T.S.C. en mano, dice el Sr. Esdras López que yo me robé del Ministerio de Cultura. Inquiera ¿qué pude haber hecho con ese dinero? Y ¿cómo conseguí que -sin ese recurso- operase el Ministerio el más pobre que solo tenía 200 millones de presupuesto, 96% para gasto operativo? Averigüe mediante que clase de influencia ese Tribunal desiste de reclamarme el latrocinio, aunque reparte los pliegos probatorios. Ofrezco mi colaboración. Ahí hay otras moralejas que deben deducir S. Chayes y Jiménez Mayor.

Cuando la corrupción es el sistema operativo, para descalificar a quien la combate desde siempre y a riesgo de su vida se instrumentaliza la calumnia, y los patos le disparan a las escopetas. La acusación de corrupto se usa –como en los setentas, la acusación de comunista– para neutralizar al opositor.

Por eso, quizás nadie escape de ser acusado, pero no olviden que aquí hay gente honrada, empresarios responsables que impulsan la producción y buenos gerentes y en el servicio público funcionarios pulcros que han dado ejemplo de consagración, sin dejarse envolver en esas redes. Y nos conocemos.

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