TEGUCIGALPA, HONDURAS. Discotecas atestadas de clientes pasándosela bien; música de moda en el ambiente, humo, alcohol. Todo indica que ni las autoridades, ni los medios de comunicación, ni la opinión pública toleran estas escenas de la vida nocturna. No al menos mientras en Honduras de pandemia.
Así las cosas, la industria del entretenimiento hondureño se enfrenta al reto de pasar por una transformación obligada.
Pero Honduras cuenta la ventaja de que otros países ya tuvieron que hacerlo y puede tomar sus buenas prácticas.
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En Estados Unidos, Ecuador, España y México, por ejemplo, partieron de establecer principios orientadores a tener en cuenta antes de volver a la nueva normalidad.
El más importante fue aceptar que cuanta más interacción haya entre las personas y más tiempo interactúen, mayor es el riesgo de propagación del COVID-19.
Por esa razón, en estos países crearon protocolos que incluyen medidas para empleados y clientes, así como reglas para las instalaciones.
La limpieza y desinfección de las superficies, así como la colocación de alcohol gel es un deber en los bares de todas estas naciones.
Pero se aseguraron de que los sistemas de ventilación funcionen correctamente y que aumente la circulación de aire del exterior tanto como sea posible.
Por otro lado, están procurando garantizar que todos los grupos mantengan una distancia de al menos 6 pies.
Y también están colocando señales en aquellas mesas que no están habilitadas, para que el cliente sepa que no debe ocuparlas.
En esencia, lo que hacen es limitar la capacidad en las áreas para sentarse para promover el distanciamiento social.
En Ecuador, por ejemplo, lo que hicieron las discotecas, fue casi convertirse en restaurantes. Sirven bebidas, pero siempre que se acompañe de comidas.
Igual que en los Estados Unidos, las discotecas, bares y restaurantes ecuatorianos, redujeron al 50 por ciento la capacidad de aforo.
En México no han abierto todas las discotecas. Han habilitado solo un porcentaje de ellas. Se alternan los días de funcionamiento.
Lo mismo ha pasado en España, donde lo que eran discotecas atestadas de bailadores, ahora son otra cosa.
Los pocos madrileños que asisten a los bares lo hacen para estar sentados, comiendo y separados entre sí.
Han tenido que hacerlo, y los empresarios lo consideran un “clavo ardiendo”, al que han tenido que agarrarse sin otra alternativa.
Sin embargo, dicen los empresarios madrileños que la aspiración debe ser pasar de discoteca a “el restaurante más divertido”.
Pero también insisten en que no se trata de una reconversión total de local de ocio a restaurante.
Se trata, explican, de complementarse mientras dure la pandemia. Mantendrán sus características propias, como la música pegajosa del momento, pero ofrecerán los servicios gastronómicos.
También han recurrido a habilitar espacios en las terraza y aceras, por lo menos en aquellos barrios donde es permitido.
Pero el cambio más significativo de las discotecas en España, se ha visto en los horarios.
Habitualmente abrían por las noches. Ahora, muchas lo hacen incluso durante el día.
Pero con todo esto la pregunta que queda por hacerse es si los clientes están dispuestos a adaptarse a estos cambios. Después de seis meses de encierro puede ser que también terminen aceptando que ahora hay que comer, donde antes bebían.
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