Opinión de Luis Luna: La influencia de la reforma en la actualidad

Luis Luna, predicador hondureño

0
884
Luis Luna
Luis Luna, predicador hondureño

SAN PEDRO SULA. Seguramente cuando se levantó esta mañana acudió a su teléfono y a su computadora para revisar sus mensajes, correo electrónico y noticias en los portales de internet.

Pero, es posible que no sepa que se ha podido hacer eso gracias a los trabajos de un científico protestante llamado Michael Faraday, quien sentó precisamente las bases de la telefonía, internet y las computadoras personales.

Es probable que desconozca que si tenemos una revolución científica, como lo mencionó el historiador de la ciencia Thomas Kuhn en su libro «la estructura de las revoluciones científicas» se lo debe a la reforma protestante que cumple este año su quinto centenario.

Fue precisamente esa reforma protestante que seguía los mandatos bíblicos de observar detenidamente la naturaleza la que dio lugar a una revolución científica en la que Francis Bacon, al mismo tiempo que escribía libros de teología, creaba el método científico del que nos beneficiamos hasta el día de hoy.

Fue esa reforma protestante la que puso en marcha los trabajo de Johaness Kepler, un piadoso protestante, que finalmente impuso la idea de que es la tierra la que gira alrededor del sol y no viceversa.

Fue esa reforma la que inspiró a Isaac Newton, el científico que descubría la ley de gravitación universal y describió el cosmos, al mismo tiempo que escribía comentarios a textos bíblicos. Fue esa reforma protestante, en última instancia, aquella a la que debemos tantos y tantos adelantos hoy en día…


Como señaló en 1991, un de los economistas del Banco Mundial después de estudiar los premios Nobel de ciencia, el veredicto es muy claro: «la ciencia no ha estado ligada a la incredulidad, al descreimiento o la falta de fe. »

De 1901 a 1990, nada menos que el 86% de los premios Nobel de ciencias fueron obtenidos por protestantes o por judíos. 64% protestantes. 22% judíos. Sólo el pequeño porcentaje restante pertenecía a algún católico, seguramente a alguno que otro ateo y por supuesto a algún hindú o miembro de otra religión.

Quién afirma que realmente la Biblia está reñida con la ciencia, que la ciencia es en coto, absolutamente en monopolio, sostenido por los agnósticos o ateos es profundamente ignorante, en términos históricos, o muy malicioso. Porque no podríamos aprovecharnos de la revolución científica sin que la reforma del siglo 16 la hubiera provocado.” -Cesar Vidal Manzanares, historiador.

El lector promedio de este artículo de inmediato se puede preguntar qué dientes tiene que ver la doctrina cristiana o las explicaciones teológicas de un acontecimiento en el mundo religioso que se llevó a cabo hace cinco siglos. Bueno, ante eso, es importante decir que la reforma protestante ha afectado en gran medida la vida que los seres humanos llevamos.

Precisamente por eso, a continuación quiero mostrar tres formas poco conocidas de cómo la reforma protestante continúa influyendo en la sociedad contemporánea. Estas tres implicaciones provienen del libro “La herencia del cristianismo” del historiador español, Cesar Vidal.


1. La división de poderes en la esfera gubernamental:

Los teólogos protestantes establecieron como una de las premisas básicas que, según ellos, la Biblia enseña que el hombre y la mujer son inherentemente malos. Es decir, los seres humanos tenemos una disposición natural en nuestro corazón para hacer cosas que nos dañen a nosotros mismos. Y que dañen nuestra relación con otros también.

La palabra común que se usa en la jerga religiosa para ello es “pecado.” El deseo de los seres humanos de rebelarse en contra de lo que Dios ha establecido.

Algunos estudiosos del comportamiento humano pueden estar en desacuerdo entre si la maldad es aprendida o es heredada. Cualquiera que sea el caso, en lo que sí se puede estar de acuerdo de forma unánime, es que la maldad, ya sea heredada o aprendida, está ahí presente.

En vista de esta realidad, que para muchos golpea la autoestima de cualquiera, nace la iniciativa ideológica de crear poderes gubernamentales interdependientes. Pues, ya lo decía Maquiavelo, el poder corrompe.

Es cierto. Pero, el poder absoluto corrompe absolutamente. La reforma protestante resultó en que, ya que los hombres son malos, deben tener controles y balances en el uso y ejercicio del poder que el pueblo les confiere.

La doctrina del pecado del hombre es la música de fondo que suena en los documentos fundadores de la nación de Estados Unidos, colonizada por un país en donde la reforma protestante había echado raíces a través de hombres como Tomas Cranmer.

Esto, en contraposición a las idea del pensador secular francés, Jean Jacques Rosseau, quien establecía que el hombre, en lugar de ser malo, era intrínsecamente bueno. Los pilares paradigmáticos del filósofo Rosseau fueron la base para la revolución francesa, de la cual no pocos historiadores concuerdan que fue sádica, sangrienta y terminó siendo también, en gran medida dictatorial.

Porque el hombre es malo, el poder no debe estar centralizado, sino dividido en partes iguales, por el bien del pueblo. Esto se lo debemos a la reforma protestante.

2. Visión del trabajo económicamente funcional:

Según algunos registros históricos, cuando la tripulación de Cristobal Colón desembarcó por primera vez en las islas del Caribe, sus hombres comenzaron a salir en expedición para explora las tierras. Rápido se dieron cuenta que la misión para la que habían sido anotado iba a requerir mucho trabajo.

Por esta razón, le reclamaron al navegante italiano diciéndole que “a ellos les habían dicho que habían ido ahí porque se harían ricos, no porque había que ir a trabajar. Que si alguien les hubiera dicho que había que trabajar, mejor se hubieran quedado en casa.”

Esta tripulación estaba nada más evidenciando una perspectiva predominantemente católica, en la que se miraba al trabajo como maldición. Por eso, en la cultura latinoamericana, fuertemente influenciada y moldeada por la expresión católica de la fe, escuchamos cosas como “que trabajen los pobres.”

Precisamente a causa de esto, también para ser una constante general, que la mayoría de empleados en nuestra cultura lo que tratan de hacer es la menor cantidad de trabajo posible por la menor cantidad de tiempo posible.

Por el contrario, la visión de trabajo proveniente de una cosmovisión protestante es, o al menos lo fue, radicalmente distinta. Pues, la reforma protestante introdujo la idea de que Dios ordenó a Adán y Eva a que labraran y trabajaran la tierra aún antes que el pecado ingresara al mundo.

En otras palabras, el protestantismo mira al trabajo no como una maldición que debe ser evitada. Sino como una bendición bondadosa que debe ser aprovechada.

Cuando un zapatero le preguntó a Martin Lutero como podía él glorificar a Dios a través de algo tan “banal” como hacer zapatos, la respuesta del monje agustiniano no fue “ora y ayuna mientras haces tus zapatos y así glorificarás a Dios.” Sino, que Lutero contestó simplemente: “Si quieres glorificar a Dios, entonces haz buenos zapatos.”

De ahí que un sociólogo alemán, llamado Max Weber, acuña el término “la ética de trabajo protestante.” Los países de Europa occidental, que abrazaron la reforma protestante, prosperaron económicamente en sobremanera en comparación con sus países vecinos de Europa del sur, o de los países en donde la contrarreforma católica venció. Los países más prósperos son aquellos en los que el trabajo se mira como una bendición, no como una maldición. Una visión del trabajo saludable y económicamente funcional se la debemos a la reforma protestante.

3. La supremacía y el imperio de la ley:

Uno de los pilares centrales de la reforma protestante fue la doctrina que se conoce como Sola Scriptura. Esencialmente, ésta establece que la Biblia, y sólo la Biblia, es la única fuente que rige la vida y práctica de aquellos que pertenecen a la fe cristiana. Una de las implicaciones de la doctrina de Sola Scriptura es que el texto bíblico está por encima de las instituciones, entre ellas, la iglesia.

Es la iglesia quien debe apegarse y ser corregida por la Biblia. Esto, consecuentemente, proveyó la base intelectual para la supremacía y el imperio de la ley en los países en donde la reforma protestante predominó.

En las naciones con raíces protestantes, la supremacía y el imperio de la ley se respeta. Y son las instituciones las que son examinadas bajo la ley. En lugar de ser las instituciones que manipulan y tergiversan los estatutos. Lo cual cabe destacar, tiene raíces católicas, en donde la Iglesia y su magisterio son los organismos que examinan la Escritura y determinan como interpretarla.

En la medida que el lector de este breve artículo estime que la realidad nacional de Honduras se encuentra demasiado alejada de ser una nación con una visión de trabajo económicamente funcional, una división interdependiente de poderes y una supremacía del imperio de la ley, es porque, cabe recordar, nuestro país fue colonizado por una madre patria que rechazó, persiguió y abolió la reforma protestante en sus tierras.

Ciertamente, el legado histórico no justifica, ni tampoco exonera, los actos de corrupción actuales. Pero, sí nos ayuda a tener una perspectiva macro de la narrativa mayor.

En ese sentido, la mayoría de habitantes en países latinoamericanos hemos leído, estudiado y aprendido sobre la reforma protestante y sus efectos sociales, económicos y políticos. Tal vez en aulas universitarias o salones seminaristas. Pero, no hemos sido testigos de ellos de primera instancia, en nuestro día a día, lamentablemente.

Al fin y al cabo, tal parece que la religión y política siempre estarán intrínsecamente relacionados.