Trabajar o jugar: la realidad de los niños en los mercados capitalinos

417 mil niñas y niños hondureños son explotados laboralmente.

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niños en los mercados capitalinos
Carlos Antonio, de mirada perdida y plática tímida, carga bultos en esta carreta todos los fines de semana en el mercado “mayoreo” de Tegucigalpa.

Tegucigalpa.- Se llama Carlos Antonio, tiene 12 años y este sábado, en lugar de celebrar, como lo habrán hecho muchos niños hondureños, estuvo trabajando en el mercado de mayoreo, junto al Estadio Nacional de la capital de Honduras.

Carga en su espalda la cruda realidad de un niño sin comodidades que no puede festejar el día de los infantes hondureños y con mucha fuerza empuja cada fin de semana una carreta con los bultos de cientos de parroquianos que hacen sus compras en la central de abastos.

Cuenta que tiene ya cinco semanas trabajando en ese lugar y dice que con lo que los compradores le pagan por cada viaje– algunos le dan 10, otros 15 y otros 20 lempiras (menos de un dólar) – logra acumular dinero para apoyar los gastos de su casa.

No es oriundo ni mucho menos reside en alguno de los harapientos barrios y colonias de las zonas marginales de la capital, sino que cada viernes y sábado madruga para viajar desde un pueblo cercano llamado Tatumbla, a unos 20 kilómetros de Tegucigalpa.

Su madre, dice, es el bastión de su humilde hogar y trabaja como doméstica en una casa de la colonia Miraflores, una residencial de clase media localizada en una céntrica zona de esta urbe de más de un millón de habitantes, en donde, con tanto problema social, es fácil pasar desapercibido.

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Miles de niños hondureños se ven obligados a trabajar para apoyar la economía familiar.

Carlos Antonio, a quien todos conocen como Jafeth (no sabe cuándo ni por qué le han cambiado el nombre), esconde en sus holgados pantalones y en su camisa de cuello alto y mangas largas las huellas de una cruel enfermedad dermatológica llamada vitiligo, que despigmenta la piel.

De su conversación tímida se puede inferir que tiene rezago escolar. A sus doce años, detalla que cursa el cuatro grado de educación primaria, cuando un niño con oportunidades en Honduras, a su edad, debería ya estar terminando su sexto grado.

Pero su historia no es única. En realidad es una más de las que viven decenas de niños que tienen que trabajar y que lo hacen todos los fines de semana en los mercados de Tegucigalpa, donde es común ver a muchos menores prestando servicios de acarreo de productos.

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A esta pequeña le toca apoyar a sus padres ofreciendo verduras.

Otros están ahí en los puestos de venta apoyando a sus padres, ofreciendo verduras, granos básicos, carnes, quesos, huevos y cientos de productos más. Trabajando igual de duro que lo hacen los que cargan bultos.

Los más pequeños, a quienes por su corta edad no se les puede confiar la venta, merodean las zonas jugando o reposando debajo de las tarimas que cargan las verduras frescas o las frutas de temporada.

Estadísticas de la niñez que trabaja en Honduras 

En el mundo más de 250 millones de menores viven bajo condiciones de explotación laboral, indican estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En Honduras el problema presenta un incremento en los últimos cinco años, así lo muestran datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Según Casa Alianza más de 417 mil niñas y niños hondureños son explotados laboralmente, y en el último año, según cifras del INE, aumentaron en más de 35 mil.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE), de una población aproximada de dos millones de menores de edad, el 14% o sea unos 380 mil niños se encuentran activos en el mercado laboral, donde son forzados a extenuantes jornadas de hasta 16 horas diarias.

Investigaciones señalan que a estos infantes se les fijan cuotas de aproximadamente 13 dólares (unos 275 lempiras), que deben entregar al final del día.

A nivel de Latinoamérica, Honduras se disputa los primeros puestos con Guatemala y Nicaragua, de acuerdo a la Encuesta de Hogares del INE, del 2010 al 2015, que señala que la cantidad de infantes realizando trabajos con edades menores a los 17 años se elevó en más de 40,000.

Unos seis años atrás había menos de 377,158 menores trabajando, al 2015 la cantidad aumentó por arriba de 417,255, de una población infantil total estimada en 2.5 millones. En el sector agrícola es donde más prevalece este flagelo.

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Carlos Antonio, o Jafeth, de mirada perdida y plática tímida, carga bultos en esta carreta todos los fines de semana en el mercado “mayoreo” de Tegucigalpa.

Pero mientras esta realidad cambia, Carlos Antonio, o Jafeth, seguirá haciendo lo propio en el “mayoreo”, empujando esa carreta y llevando los bultos de sus clientes, entre ellos uno que este sábado –dice – que le dio 100 lempiras por cargarle las bolsas.

Ese cliente no le solucionó su situación de vida, pero sin duda alguna le alegró el Día del Niño.