Muere Erika Mejía, hondureña a quien en España intentaron salvar a toda costa

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Erika Mejía

La hondureña Erika Mejía, madre de tres niñas, cuya historia dada a conocer por El País de España causó muchas emociones a miles de personas en esa nación europea, murió a causa del Covid-19 ayer domingo, según confirmaron los médicos.

Originaria de Omoa, Cortés, zona norte de Honduras, el deceso de la connacional ocurrió en Guadalajara, España, cuando el reloj marcada el mediodía, informó el periodista que dio a conocer su caso.

“Muchos me habéis preguntado en las últimas semanas por Erika Mejía, la trabajadora del hogar hondureña que el sistema sanitario trató de salvar a toda costa. Ha muerto hoy a las 12. Mañana habrá un breve responso por ella a las 17.30 en Guadalajara. Tenía 37 años y tres hijas”, publicó en Twitter el comunicador Juan Diego Quesada.

Según el escrito de El País, los síntomas de la hondureña fueron dolor de oído, estómago, mareos, mucha fiebre y dificultad para respirar. Todo esto ocurrió en pocos días.

La trasladaron en helicóptero bajo una operación a gran escala para salvarle la vida. «Se trató de uno de los traslados más complejos entre hospitales y comunidades autónomas de toda la crisis de la covid-19», decía el país ElPaís.

NOTA DE EL PAÍS: Salvar a Erika Mejía: “Debe de ser alguien importante”

La noche del traslado de Erika, cuatro mujeres con bolsas en las manos observaban la escena en la puerta del hospital y una de ellas dijo «Debe de ser alguien importante». Esa frase le dio título al reportaje de Juan Diego Quesada. 

Alma Mejía, la hermana de Erika, muestra una foto de ella, en su casa de Guadalajara, España, la semana pasada.
Alma Mejía, la hermana de Erika, muestra una foto de ella, en su casa de Guadalajara.

Luchó hasta el final

La connacional estuvo conectada a un ventilador mecánico en la UCI, semiconsciente, pero continuaba teniendo comunicación con su hermana al igual que con la hija de su expatrona.

De momento se desconoce si los familiares traerán de regreso los restos de Erika o, si por el contrario, serán incinerados en España y se quedarán allá.

Trabajaba 20 horas semanales como asistenta en el hogar de Inés Samaniego, hija de su antigua empleadora, una labor con la que estaba contenta, según sus conocidos, hasta que contrajo el Covid-19.

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