Liberan a tres acusados en muerte de Miss Honduras y hermana

Ventura Díaz Ponce y Elizabeth Alvarado, así como Aris Maldonado, quienes estaban encarcelados en el Centro Penal de esta ciudad.

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Salen de prisión lo acusados por doble crimen.

SAN PEDRO SULA. En libertadan han quedado tres de los cuatro implicados en el doble asesinato de la Miss Honduras Mundo María José Alvarado y su hermana Sofía Trinidad.

Se trata de la pareja Ventura Díaz Ponce y Elizabeth Alvarado, así como Aris Maldonado, quienes estaban encarcelados en el Centro Penal de esta ciudad, al norte de Honduras y ahora se tendrán que defender en libertad.

La anterior condición dispone que deberán firmar cada 15 días en un juzgado de Santa Bárbara, no acercarse a las víctimas y tienen prohibido frecuentar el lugar donde ocurrió el lamentable hecho.

La Corte de Apelaciones Penal de Francisco Morazán instruyó al Tribunal de Sentencia a fin de que se impusieran medidas sustitutivas a la prisión a los tres acusados por encubrimiento.

La pareja llevaba un año siete meses en prisión y en los tribunales no habían iniciado el juicio, según los abogados debían estar ya siendo defendidos en libertad y con el recurso del habeas corpus que presentaron ante la Sala Constitucional, lograron establecer que ambos habían estado presos más del tiempo establecido de la condena que no han recibido.

LOS HECHOS

Hermanas Alvarado.
Hermanas Alvarado.

La reina de belleza y su hermana fueron brutalmente asesinadas la noche del 13 de noviembre del 2014, en el balneario La Aguagua en Santa Bárbara cuando celebraban el cumpleaños de Plutarco Ruiz, quien actualmente guarda prisión como principal sospechoso del asesinato de María José y Sofía, esta última era su novia, desde hacía un año.

Era la 1:30 am cuando en medio de la fuerte lluvia que caía sobre la espesa montaña avanzaba el grupo de 10 uniformados. El acceso para llegar al punto donde se encontraban los cadáveres de las hermanas era difícil.

La oscuridad de la noche, el camino pedregoso y la crecida del río eran elementos en contra. Guiados por Aris Maldonado, los cuerpos fueron hallados al pie de un árbol de guanacaste.

Plutarco Ruíz.
Plutarco Ruíz.

En los alrededores, los agentes observaron unos ocho casquillos de arma calibre nueve milímetros y a un metro de distancia estaba la tierra suelta.

Al acercarse los policías hallaron el lugar donde asomaba una pierna de una de las víctimas.
Al confirmarse el hallazgo de los cuerpos, cuatro de los 10 agentes policiales quedaron custodiando la escena. El resto regresó a la jefatura policial en Santa Bárbara.

De inmediato, el jefe departamental de la Policía Nacional realizó las coordinaciones con el Ministerio Público para que desplazara a dos médicos forenses y técnicos para la exhumación de los restos desde Tegucigalpa. Nueve horas después del hallazgo comenzaron a exhumar los cadáveres de las jóvenes.

Doloroso reconocimiento

A los 20 minutos de haber iniciado el procedimiento de extracción de los cuerpos, una patrulla policial llegó con Corina Alvarado Muñoz, hermana mayor de María José y Sofía Trinidad.

Su rostro compungido revelaba la tristeza del momento duro que vivía.
Fue asediada por los medios de comunicación que buscaban una reacción, pero la joven no habló, cruzó el cerco policial y fue llevada a la zona donde se exhumaban los restos de las dos muchachas.

Fueron dos horas de espera desde el bordo de la carretera a Caulotales, donde aguardaban decenas de periodistas.

Madre de las hermanas Alvarado.
Madre de las hermanas Alvarado.

Al mediodía, uno de los cadáveres fue sacado y colocado sobre una bolsa plástica, mientras continuaban los trabajos para extraer el segundo. El olor nauseabundo inundó el lugar; se cumplían seis días desde su desaparición y se hallaban en avanzado estado de descomposición.

Cuando el segundo cuerpo fue sacado, el reloj marcaba la 1:00 pm. El subcomisionado José Rolando Casco Torres y su equipo policial se negaron a revelar detalles de la escena.

Las declaraciones fueron escuetas y ninguna de las autoridades confirmó que se tratara de las jóvenes. Sus declaraciones eran reservadas; esperaban el dictamen forense.Sin embargo, el rostro de Cory contaba otra historia.

Cuando abordó la patrulla policial que la condujo a su casa en el barrio Las Galeras, la joven lloraba desconsolada, confirmando el trágico desenlace.