VÍDEO Copán: Úlceras provocan dolor y lágrimas en José Aníbal

Para ayudas: Puedes depositar en Banco Atlántida, número de cuenta 011200241575, a nombre de la tía de José Aníbal, la señora Luz Trigueros Hernández y su teléfono: 9593-1353 También puede llamar a otra de sus tías: Aminta Hernández, teléfono: 99798483. Contacto de su hermanito Orlin Trigueros: 9679-1744 Asimismo, puede escribir al correo del periodista: jerson.trigueros@tiempo.hn Nota: Todos estos datos proporcionados son de entera confiabilidad, según revisó Diario TIEMPO.

0
2304

EXCLUSIVA DE DIARIO TIEMPO

COPÁN, HONDURAS. Hay una extraña enfermedad que parece haberse ensañado con la familia Trigueros Hernández en la aldea de San Andrés Minas, jurisdicción de La Unión, sitio en donde un muchacho lucha por sobrevivir y cada herida, cada dolor, cada llaga, lo está desvaneciendo.

Podemos enumerar una gran cantidad de historias que nos vemos forzados a escuchar, todas llenas de una ingrata tristeza, a pesar de la situación terrible, objetiva y real en la que se ha encontrado desde su nacimiento, José Aníbal demuestra que detrás de ella, hay mucha más belleza de la que los cánones actuales le marcan, mucha lucha por la autosuperación a pesar de tenerlo todo en contra, mucho sufrimiento, pero a la vez mucha fortaleza adquirida. 

José Aníbal, de 20 años de edad vive un drama, pues no depende de él mismo y son sus padres quienes les ayudan a alimentarse, asearse, movilizarse o lo que haga falta con la intención de darle una buena calidad de vida, pues el «problema» no tiene cura conocida.

La vida del joven no ha sido sencilla desde que se manifestó la enfermedad, una condición que le ha granjeado a menudo el rechazo más o menos disimulado de algunos de sus conocidos y de hasta ciertas autoridades locales.

Su madre Carmen Hernández, de 38 años de edad es ama de casa y de vez en cuando trabaja lavando o planchando ajeno para llevar un poquito de dinero al hogar, en tanto, su esposo de nombre también José Aníbal, de 44 años de edad, es un agricultor que cada día desafía el sol ardiente a cambio de 150 lempiras que le permitan sobrevivir entre tanta pobreza, dificultad social y la enfermedad de su amado tesoro.


IMPORTANTE

Para ayudas: Puedes depositar en Banco Atlántida, número de cuenta 011200241575, a nombre de la tía de José Aníbal, la señora Luz Trigueros Hernández y  y su teléfono: 9593-1353

También puede llamar a otra de sus tías: Aminta Hernández, teléfono: 9979-8483.

Asimismo, puede escribir al correo del periodista: jerson.trigueros@tiempo.hn

Nota: Todos estos datos proporcionados son de entera confiabilidad, según revisó Diario TIEMPO.


«Salí embarazada de dos gemelos y en igualdad de condiciones, pero el hermano de José Aníbal murió a los 15 días de nacido en el Hospital de Occidente. En aquel entonces nunca los médicos me dijeron que mi embarazo traería problemas, pero cuando mi niño iba creciendo comencé a notar movimientos extraños, entonces lo llevé donde un médico para que lo revisara y me dijeron la enfermedad de mi hijo, algo que me destrozó mucho, pero dije que lucharía con él hasta el final», comenzó diciendo su madre a Diario TIEMPO.

«Lo estuve llevando 14 años a la Teletón en Santa Rosa de Copán, pero al final miramos que poco servía, entonces nos conformamos y ya no seguimos yendo, desde entonces le compramos pañales y leche, le damos como un niño porque él no puede comer y siempre estamos al pendiente de sus cuidados», agregó su mamá en exclusiva.

GRITOS Y LÁGRIMAS ENTRE HUMILDES PAREDES

Se supo que los pañales que ellos compran, anda el paquete en unos 1,500 lempiras, asimismo, compran un leche de bajo precio, puesto que no tienen el dinero suficiente para adquirir la mejor de las leches y la cual se les recomendó.

Cabe mencionar que el problema del joven hondureño es en su mayoría algo cerebral, tampoco puede movilizarse y lo que más le preocupa a sus padres son unas úlceras que le han salido repentinamente y que hacen que su muchacho grite y llore por el dolor que siente en su cuerpo.

Según dijo doña Carmen, la mina que está instalada en la referida aldea, les estuvo ayudando por un buen tiempo y gracias a la intervención del patronato dirigido por el señor Mario Miranda, pero después, las autoridades mineras desautorizaron toda ayuda para ella y los ancianos (personas especiales). Por su parte, añadió que la alcaldía de esa localidad no se ha puesto a disposición para colaborarle, pues aduce, es un caso verdaderamente especial en el municipio.

Doña Carmen tiene otros dos hijos, uno se llama Orlin Josué, de 18 años de edad, que trabaja en la agricultura y Diana Marilyn, de 12 años de edad, quien está estudiando con gran esfuerzo en séptimo año de colegio.

JOSÉ ANÍBAL SE DESVANECE

«Paso estresada, afligida, me pongo a orar a Dios para que me de fuerzas, paciencia y sólo llorando paso con él en el cuarto. Mi esposo también se pone triste porque se siente impotente y dice que cuando recibe esos 150 pesitos de algún trabajo, se pone feliz porque ante cualquier otro gasto, primero es la leche de José Aníbal.

Aquí miramos a un joven que debido a su apariencia ha enfrentado desde su más tierna infancia crueles burlas y gran rechazo por parte de sus iguales y aún así ha seguido adelante con ayuda de sus padres, sus ángeles terrenales.  

SÉPALO

Indagando más en el caso, se le consultó al Wilmer Lemus, enfermero de La Unión, Copán, quien aseveró desde su punto de vista que se trata de un problema congénito del cerebro, asociado a una enfermedad degenerativa crónica, pero se descartaría otra patología como un posible Ecv.

«Gracias a tí José Aníbal podemos aprender que no todo es lo que parece, detrás hay demasiados potenciales que debemos cultivar y la familia la mejor medicina. Personas como tú son las que nos hacen ser mejores, pues con su lucha mueven emociones y corazones en beneficio de todos»

Casa de habitación en donde reside José Aníbal, sus dos hermanos y sus padres
Doña Carmen y su esposo cuidan de forma especial a su pequeño José Aníbal, quien en nunca ha sido rechazado
José Aníbal llora constantemente por las llagas en su cuerpo