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viernes, abril 26, 2024

Testimonio de Gloria Polo: Asegura que visitó el cielo y el infierno tras caer en coma

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Bogotá, Colombia. Gloria Constanza Polo Ortiz ha visitado 40 países del mundo. De Latinoamérica solo le falta Chile. Viaja con frecuencia contando su testimonio, hablando de cómo sobrevivió a un rayo.

Gloria sintió en carne propia la ira de la naturaleza. En mayo de 1995, cuando tenía 36 años, su vida se partió en dos. Fue en el campus de la Universidad Nacional, en Bogotá. Ella caminaba con su sobrino –que era odontólogo, como ella– y con su esposo, cuando se desgajó un impresionante aguacero.

Era viernes en la tarde y ella y su sobrino, Olvar Eduardo Polo, se refugiaron bajo una pequeña sombrilla, mientras que su marido se protegió de la lluvia con un impermeable.

“Íbamos a recoger unos libros en la Facultad de Odontología. Cuando tratamos de saltar para evitar un gran charco nos cayó un rayo. Mi sobrino murió en fracción de segundos”, recuerda.

Olvar Eduardo era devoto del Divino Niño y llevaba una imagen de cuarzo en el pecho. “Según dictaminaron expertos, el rayo bajó por la sombrilla, le entró a través de la imagen y le afectó el corazón. Sufrió quemaduras internas. Por fuera no se le veía nada”, dice Gloria.

A ella la descarga la atacó por el hombro izquierdo, que hoy, como casi todo su torso, tiene aún las huellas de las quemaduras. Gloria entró en paro cardiaco –una de las causas de muerte más comunes derivadas de un rayo–; asegura que quedó “como muerta”. “Mi cuerpo saltaba en medio de un charco electrizado por el rayo y nadie se atrevía a levantarme por temor al corrientazo. Solo hasta después nos pudieron asistir”.

Mientras todos la daban por muerta –cuenta–, ella vivía una experiencia sobrenatural. “Al tiempo que mi cuerpo estaba allí quemado, yo cruzaba un túnel blanco. No hay palabras para describirlo. Vi a los vivos y a los muertos, me abracé con mis bisabuelos y con mis padres, ya fallecidos. Fue un momento pleno, hermoso”, relata.

Dice que en ese instante escuchó la voz de Luis Fernando, su esposo, que la llamaba para pedirle que regresara y que no se olvidara de sus dos niños. Y afirma: “Dios me dio mi segunda oportunidad.

Duró tres días en coma y dos meses hospitalizada. En la Clínica San Pedro Claver, donde la atendieron, le diagnosticaron politraumatismos y quemaduras, que le dejaron lesiones en el hígado, los riñones y los pulmones.

Tuvo quemaduras de tercer grado y fueron necesarias varias operaciones para retirarle los restos de piel que se le caían a pedazos. En las piernas, por donde el rayo se conectó con la tierra, le quedaron huecos que finalmente fueron sanando.

La nefasta experiencia le dio un giro a su vida y decidió empezar a contar su historia por todo el mundo.

Sostiene que la mujer vanidosa que era antes del accidente murió ese día y ahora se dedica a dar fe del milagro del que fue protagonista: salvarse de un rayo.

La descarga, según el parte médico, también le afectó los ovarios. Pero años después le ocurrió un nuevo milagro: quedó de nuevo embarazada. Su hija tiene hoy 17 años.

¿Explicaciones a su historia? Gloria habla de obras de Dios, mientras los expertos en electricidad sostienen que no son usuales las historias de personas que sobreviven a una descarga directa, aunque señalan que el ramal principal del rayo seguramente no fue el que mató al joven, dejó inconsciente a su esposo y a ella la dejó en coma.

Normalmente, los que se salvan de este tipo de eventos son impactados por la corriente que viene del suelo electrificado por el rayo: factores como qué tan separados están los pies (a menor distancia entre uno y otro, menor intensidad en la descarga) y la distancia del punto de impacto directo determinan el tipo de afectación.

En la arboleda de la Nacional aún hoy se ven el tronco quemado y el hueco que dejó la descarga, muy cerca de la Biblioteca Central.

¿El infierno?
Volvamos a la mesa de operaciones. En plena intervención empezó a tener otra experiencia similar a la anterior. Sólo que esta vez eran las puertas del dolor y del sufrimiento las que se abrían. No eran esos momentos de placer y armonía que vivió antes.

“Veía a los demonios que venían a recogerme. En ese instante, empecé a ver cómo de la pared del quirófano brotaban muchísimas personas. Aparentemente comunes y corrientes, pero con una mirada de odio tan grande, una mirada espantosa, y yo me doy cuenta en ese instante que a todas ellas les debo algo; que el pecado no fue gratis. En ese susto tan terrible, yo salí corriendo y atravesé la pared del quirófano. Aspiraba a esconderme entre los pasillos del hospital, pero cuando salí caí en el vació”.

La visión le condujo “por una cantidad de túneles que van abajo. Al principio tenían luz y eran luces como panales de abeja. Donde había muchísima gente. Pero voy descendiendo y la luz se va perdiendo y empiezo andar en unos túneles de tinieblas espantosas. No se pueden comparar. Ellas mismas ocasionan dolor. Horror. Vergüenza. Huelen mal. Y yo termino ese descenso por entre todos esos túneles y llego a una parte plana. Veo cómo en el piso se abre una boca grandísima y siento un vació impresionante en mi cuerpo. Lo más espantoso de ese hueco era que no se sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza”.

Millares de personas en el Infierno
Con toda su alegre y despreocupada vida perdida en algún lado, empezó a gritar: “¡Almas del purgatorio, por favor, sáquenme de aquí!” En medio de esos gritos y ese dolor descubre a millares y millares de personas, sobre todo jóvenes. Era el rechinar de dientes, alaridos y lamentaciones.

Gloria no entendía qué hacía allá: “Yo, tan santa. Jamás he robado, yo nunca he matado, yo le daba limosnas a los pobres, yo sacaba muelas gratis a los que necesitaban. ¿Qué hago aquí? Yo iba a Misa los domingos, a pesar de que me consideraba atea nunca falté; si en mi vida falte cinco veces a misa fue mucho. Yo soy católica, por favor, yo soy católica, sáquenme de aquí”.

De repente se escuchó una voz dulce y todo se inundó de amor y de paz. Incluso, todas las criaturas salieron despavoridas. Una voz que le pidió: “Muy bien, si tú eres católica dime los mandamientos de la Ley de Dios”.

Su historia, en la web
Gloria Polo siguió practicando la odontología y aún hoy tiene su consultorio en el norte de Bogotá. Además de las conferencias, tiene una página web (Gloriapolo.com) en la que recrea los “milagros” que ocurrieron en su vida. Su esposo falleció hace ocho años, por una afección cardiaca que ella atribuye a los efectos del rayo. Él estaba más alejado, pero la onda eléctrica lo alcanzó y lo dejó sin sentido.

Fuente: El Tiempo (Colombia)

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