VÍDEO: Don Federico, un hondureño con 98 años de historia

Don "Lico" es una persona muy querida en el occidente de Honduras.

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SAN PEDRO SULA, HONDURAS. Federico Trigueros, mejor conocido como «Don Lico», es un hombre de 98 años de edad, empapado de experiencias y anécdotas durante su larga vida en la Aldea El Corpus, jurisdicción del Municipio de la Unión, Copán y occidente del país.

¿Quién no lo recuerda? Muchos han hablado de él, caracterizándose por ser un anciano de rostro liso, sentado normalmente en una humilde silla con su bastón, su típico sombrero tapando las canas que han retoñado producto de sus largos 98 años, su pantalón de tela, lentes oscuros y un puro en su boca.

Trata a la gente como quieres que te traten a ti, profesando ese principio, durante toda su vida el anciano aún no ha logrado superar el siglo de vida; sin embargo, las relaciones humanas no son el único fundamento de una prolongada vida.

Dormir la siesta y comer todo lo que te dé la gana, esta es la receta de longevidad dada por don Federico en la aldea antes mencionada.

Don Federico nació exactamente el 10 de abril de 1918 y vivió todos los giros que dio la historia en su natal pueblo; sin embargo, él no está sólo cuando quiere adentrarse en los recuerdos: en su pueblo vive una persona que supera los 100 años, tal es el caso de don Servando Saavedra.

El querido anciano ha presenciado de una u otra manera la muerte de muchos amigos y familiares, pues a pesar de todas las peripecias de la vida, nunca perdió su energía y vitalidad. Una de las cualidades del Corpus es brindar una atención especial a las personas de la tercera edad, donde faltar el respeto a la gente mayor es un acto vergonzoso, los jóvenes suelen pedirles consejo a los mayores, no saber los nombres de los parientes de las últimas siete generaciones es una deshonra y una falta de aprecio a los antepasados.

El pueblo está situado en un lugar envidiable: mientras en las aldeas vecinas llueve, allí puede hacer un día soleado, pero no son sólo las condiciones climáticas las que hacen vivir a la gente más años, allí más que en otros sitios, las cálidas relaciones humanas se convierten en el mejor terreno para que siga siendo una aldea de longevos.

«Mi última hija me tiene aquí el cuartito para dormir, me rasura, me baña, viste y todo lo demás, Dos me la ha de bendecir», dijo don Federico sobre Irma de 34 años e hija de doña Blanca Guerra.

Pese a sus 98 años, don «Lico» no ha perdido la vista en su totalidad, pero sí la audición; pues hay que hablarle fuerte para que escuche. Actualmente vive con su menor hija y una nietas, pues tuvo en total 11 hijos, pero los demás poco lo visitan y están en El Paraíso y Morazán, testificó el adulto mayor.

«Mima es como mi madre, es una hija natural y no legítima, me está pagando ya la crianza que le dí y por eso soy feliz. Si Dios quiere que muera ahora… está bien, pero si no… bendito sea él, porque casi nunca paso enfermo, pues hay felicidad en mi vida, en parte porque no tengo enemigos y se cuando fallezca muchos asistirán a mi velatorio y entierro», puntualizó el abuelo.

¿ALGO NEGATIVO A RECORDAR DURANTE SU VIDA?

«Nunca he tenido enemigos en verdad, pero en una ocasión, recuerdo que como vivía con mi comadre Selvia en una casita vieja y teníamos una trucha, yo ya estaba acostado, pero un hombre joven entró a comprar cigarros y me tocó hasta levantarme con ropa interior para atenderlo, en eso él llevaba una navaja en la mano y me «trincó» al suelo, al final sólo fueron heridas», remarcó don «Lico» con mirada pensativa sin revelar la identidad.

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UN VIAJE DE RECUERDOS POR SU ESCUELA

Llegó hasta tercer grado de escuela y recuerda a don Apolonio Aranda, maestro de educación en El Corpus, además de un tal Felipe que no vivía allí, destacó además a algunos de sus compañeros: Meregildo Dubón, Rogelio, Miguel Ángel Saavedra y Saturnino Paz.

UN POCO DE SU PASADO

Era una persona aficionada a los bailes que en aquel entonces se llevaban a cabo en las casas, el acordeón y la marimba fueron parte de su alegre juventud y dos mujeres pasaron por su currículo amoroso: Blanca Guerra y «Chepita» Alvarado».

Cuenta que su forma de conquista fue sencilla, pues no tenía dinero, pero era muy trabajador y de lo poco les regalaba, hacía milpas, frijolares, arrozales, jícamas, mostazas, culantro, entre otros.

Don «Lico» como cualquiera, siempre le gustó fumar sus puros y sus tragos de «guaro» por las noches de aquel viejo tiempo, eso sí…nunca creyó en los sustos porque jamás presenció algo parecido a ello. Las carreras de cinta es una práctica que aún se mira en las comunidades de aquella región; no obstante, don «Lico» nunca simpatizó con ellas, pese a que era una buen jinete en la zona, aún recuerda los caballos de su propiedad, sobretodo uno de color blanco y llamado «Palomo», vendido por don Julián Trigueros y posteriormente a su sobrino Marco Tulio.

Es importante mencionar que tuvo cuatro hermanos, de los cuales él es el último de su generación, hablamos de los señores: Arnulfo Trigueros, Ángel María Trigueros, Manuel Enrique y Selvia Trigueros, la última en morir a los 90 años.

El papá de don «Lico» también se llamaba Federico Trigueros, quien murió muy joven y ahogado en una quebrada de nombre «Pocoros», mientras que su madre Irinea Dubón murió de forma natural cuando tenía un poco más de los 90 años.

¿CUÁL ES SU DÍA A DÍA?

Como todo buen pueblerino se levanta temprano, estamos hablando de 7 a 8 de la mañana, reposa durante el día y se acuesta al filo de las 7 u ocho de la noche. «Él a veces mucho se enoja conmigo, pero entiendo que ya es la edad», señaló entre Risas su hija Irma.

¿CÓMO LE CELEBRARON SU ÚLTIMO CUMPLEAÑOS?

Su hija «Mima» comentó que se le hizo un culto (evento evangélico), llegaron algunos de sus hijos, hubo comida, música y piñata.

«Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.»