El Real Madrid consiguió remontar ante el Eibar en un partido en el que los de Zidane estuvieron perdidos en el primer tiempo, pero reaccionaron en la segunda mitad después de retirarse al descanso entre pitos del público local.
El equipo de Mendilibar tuvo controlado al conjunto blanco en la primera parte y Dmitrovic apenas tocó el esférico. Cardona abrió el marcador poco antes del tiempo de asueto.
Los madridistas fueron entonándose conforme transcurría el segundo tiempo y Benzema apareció para calmar los ánimos. El francés fue el autor de los dos goles del Madrid y tuvo opciones para marcar más.
Con poco que hicieran los blancos mejorarían ese primer acto infame
Es de suponer también que en la caseta alguien daría alguna vez. Que somos el Madrid, hijos. O así. Y aunque el rendimiento defensivo no pasaba de decepcionante, con Varane perdiendo hasta los cuerpeos con Sergi Enrich, en ataque despertó Benezema.
Siempre se criticó al francés, y su cabría preguntarse qué habría sido de este Madrid sin él. Persiguió primero un balón perdido para provocar el error de Dmitrovic que acabó en gol, anulado por fuera de juego. Posición muy justa, analizada por el árbitro de VAR. Álvarez Izquierdo. Offside, claro.
En la siguiente no falló. Zidane había mandado a Asensio a la derecha, y desde allí sirvió un centro de caramelo. Con la mala, además.
El balón, pasado, encontró al 9 que ofició como tal. Marcó los tiempos, cabeceó picado y anotó el empate. La baja de Ramis, roto en una carrera, restó eficacia a la defensa de Mendilibar, que ante la ausencia de Ramis tuvo que meter a Orellana y retrasar a Sergio Álvarez.
La respuesta del Eibar
El Eibar se desplomó en la última media hora, roto por la medular. Apenas pisó área contraria. En cambio, las sustituciones mejoraron al Madrid. Por Modric y Bale entraron Lucas y Kroos.
En las botas del alemán nació el segundo, con esa calidad en el golpeo que nadie le niega. Cabeceó de nuevo Benzema a la red, inapelable. Eso sí, todo ese acierto con la cabeza se desvaneció con los pies.
Malgastó un mano a mano, salvado por Dmitrovic, un balón sin portero, regalado por Lucas, y acabó tirando al palo, en un remate parecido al del Huesca. Tampoco mereció el Madrid acabar goleando. Su segundo tiempo fue honrado. El primero, ruinoso. Para meditar sobre el futuro.
