TEGUCIGALPA, HONDURAS. Por las mañanas, cerca de la estación policial ubicada en Villa Vieja, salida al oriente del país, usted podrá observar a dos mujeres que, vestidas de negro, ondean sus brazos con la intención de captar la atención de transeúntes.
Ellas traen consigo una bandeja para sostener varias bolsas de papel. En su interior está la pieza culinaria con la que decidieron emprender, tomando la pandemia como una oportunidad de salir adelante.
«Debido a la pandemia nos vimos obligadas a trabajar y ofrecer este servicio. El desayuno es lo que uno más necesita», expresó Sheila Mejía, licenciada en Finanzas que dejó atrás el trabajo en un banco para generar su propia fuente de trabajo.
«Vimos que por la situación de la COVID-19 la gente no entraba a los restaurantes, entonces decidimos generar la idea de entregar el desayuno ya listo, exprés», agregó Mejía, comentando a su vez que la gente queda fascinada con el producto.
Complementa el dúo de emprendedoras su prima, Rachel Coello. Ella tiene 17 años y es estudiante de Contaduría Pública. Se unieron para ofrecer burritas de diversos tamaños y con la carne que elija el cliente.
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La joven apuntó que le dedican a su negocio, «Burritas Típicas Tatumbla«, varias de las horas diurnas, pues, después de preparar los alimentos desde la madrugada, están en las labores de venta desde las 6:00 a las 9:30 de la mañana.
Con alegría, Coello manifestó que la Semana Santa ha sido un período positivo para ellas, dado que las personas están saliendo aún más a las calles. «Desde chiquita hay que estar emprendiendo», acotó, sobre su quehacer.
Ellas visten de negro, porque aseguran que es un color que las identifica bastante. Su venta comenzó en el desvío a Tatumbla, pero les hicieron la observación de que donde están ahora, les sería más provechoso, y así ha sido.
Baraja de burras
En su menú la burrita «económica» es la de L. 30; trae tres tortillas, frijoles, huevo, plátano y queso. La siguiente en precio es la de chorizo suelto, por la que cobran L. 35. Si usted la pide con carne de res, chicharrón o carne de cerdo, le vale L. 40.
Hay una edición especial que trae chorizo cervecero y cuesta L. 45. Mientras que, la que satisface los apetitos más grandes es la «jumbo», que cuesta L. 50 y trae cinco tortillas y dos tipos de carne.
Lo que no está ni por cerca satisfecho es el deseo de ambas de salir adelante y, de tortilla en tortilla, seguirán forjando su futuro con aroma y sazón catracho.
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